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50 años de la toma de PASA Petroquímica: un hito en el movimiento obrero

El Sindicato de Obreros y Empleados Petroquímicos Unidos (Soepu), realizó este viernes un encuentro de “Memoria y Homenaje” en la ciudad de San Lorenzo en la sede gremial (San Martin 698 a las 18.30hs) para recordar el pasado y mirar el futuro desde otra perspectiva.

Este viernes 26 de julio se cumplieron 50 años de uno de los hitos más altisonantes, sorprendente e innovador del movimiento obrero sindical, no solo en la región, sino en todo el país.

En Puerto San Martín, durante el invierno de 1974, PASA Petroquímica, el complejo petroquímico más importante de América Latina en los años 60, era tomada por los trabajadores y durante casi un mes funciono bajo “control obrero”.

Siguiendo a los historiadores Leónidas Ceruti y Mariano Resels, esta planta era la única en América Latina con procesos totalmente integrados, transformando nafta, propano y butano en diversos hidrocarburos derivados, como el caucho sintético.

En PASA trabajaban más de 700 obreros altamente calificados, incluyendo técnicos químicos y mecánicos quienes manejaban tecnología de punta.

Nos encontramos en una época convulsa, a menos de un mes de la muerte de Juan Domingo Perón, cuando Argentina y la región enfrentaban tiempos tumultuosos.

Las luchas por la hegemonía entre derecha e izquierda generaban conflictos a lo largo y ancho del país: huelgas, ocupación de fábricas y otras medidas de protesta.

Para entender este fenómeno, es necesario conocer a su protagonista insoslayable: el Sindicato de Obreros y Empleados Petroquímicos Unidos (Soepu), fundado en 1964.

A diferencia de otros sindicatos, Soepu surgió durante el gobierno de Arturo Frondizi, cuando se permitió a algunas empresas multinacionales establecer “sindicatos por empresa”, como fue el caso de PASA Petroquímica.

Los primeros dirigentes fueron designados por las empresas, adoptando posturas pro-patronales, hasta que los trabajadores lograron romper con esta falsa representación ganando en 1967, las elecciones y desarrollando un sindicato combativo, clasista y democrático, hasta que fuera, el primero en esa saga, intervenido por la dictadura cívico-militar en 1976.

“De lo que se trata es poder reflexionar, recuperar la historia, para poder construir herramientas que nos permitan entender los distintos contextos históricos. No sólo para pensarlos, sino también la practica concreta, para el hacer”, dice Mauricio Brizuela, Secretario General de Soepu.

Aquel viernes de julio de 1974, en la planta de PASA, un concesionario agredió a un trabajador del servicio de comedor, lo que llevó a una inmediata respuesta de los trabajadores, convocando a una Asamblea de Fábrica donde se decidió exigir la caducidad del contrato de quienes tenían la concesión del comedor.

La situación escaló cuando la patronal rechazó la petición, convocándose una nueva asamblea en la que, tras un largo y áspero debate, se decidió, tras la sugerencia de un obrero de base, la “toma de fábrica con gestión y control obrero de la producción”.

Esta decisión no respondió sólo a la injusticia cometida contra un trabajador, sino que fue la gota que rebalsó el vaso frente a la actitud hostil de la dirección de PASA hacia los trabajadores, con constantes amenazas de cesantías y despidos.

Así comenzaron veintisiete días históricos en los que la producción de esta planta, de vanguardia tecnológica, quedó en manos de los obreros organizados. La gestión de la producción se organizó a partir de distintos “Comités”, cuyos miembros eran elegidos en Asambleas por cada una de las Secciones de la Fábrica.

Entre estos comités estaban el Comité de Lucha y el Comité de Disciplina, encargado de establecer pautas de comportamiento para evitar casos de indisciplina gremial que pudieran afectar la producción y la imagen de la toma obrera.

La noticia de la toma se difundió en todos los medios nacionales, los diarios vinculados a lo más reaccionario y conservador inundaban la opinión pública con falsas noticias, sosteniendo que la toma llevaría al desabastecimiento petroquímico y retratando a la vida al interior de la planta con un carácter anárquico que nunca tuvo.

Por el contrario, los obreros de Soepu lograron no solo mantener la planta en funcionamiento, sino aumentar la producción.

“En aquel momento estaban en juego los derechos de los trabajadores, el desarrollo de la industria nacional y también la democracia. Salvando las distintas, en la actualidad padecemos una situación similar. Por eso recordar lo que ya hicimos es clave”, remarca Brizuela.

Como sea, desde la planta tomada se informaba, a través de comunicados del Comité de Lucha, que el personal estaba en Asamblea Permanente con plena producción para garantizar el abastecimiento y no ser un escollo en el desarrollo económico del país.

“Se ha mantenido el nivel de producción en todas las áreas del complejo y en algunos casos ha sido aumentada de acuerdo con el criterio de los operadores”, rezaba uno de los comunicados, detallando que se pasó de 50 toneladas de etileno con “planificación patronal” a 58 toneladas con “planificación obrera”.

Mientras la patronal y sus aliados extranjeros y vernáculos criticaban y deslegitimaban la toma, llegaban incontables adhesiones desde todas partes del país y la región, de sindicatos y agrupaciones políticas diversas.

Entre turnos rotativos, obreros que prácticamente vivían en la planta, comunicaciones cruzadas con la patronal y desoyendo las intimaciones del Ministerio de Trabajo, la toma continuaba y la producción aumentaba, en un ambiente de camaradería propio de quienes están orgullosos del fruto de su trabajo y de su saber, mostrándole a la patronal no solo que podían producir sin ellos sino que, y por el contrario, los indispensables en cualquier trabajo son, justamente, los trabajadores.

La empresa, ante la tozudez de los trabajadores, pasados dieciocho días, no tuvo más alternativa que comenzar a negociar, primero con una reunión fallida en Buenos Aires y posteriormente en la misma planta.

La postura de la patronal era que los trabajadores debían levantar la medida y conciliar con el Ministerio. Los trabajadores, por su parte, exigían: la expulsión inmediata del concesionario del comedor; que PASA se hiciera cargo de su dirección; que tomaran en relación de dependencia a los 18 compañeros que trabajaban allí; y continuar el proceso productivo con control obrero.

De esta manera se llega al 22 de agosto, tras Asamblea y logrando las exigencias de la petición a la patronal, los obreros dieron por culminada la medida de lucha, terminando con casi un mes de una experiencia que demostraba que los trabajadores y la organización sindical podían llevar adelante el proceso de producción y que, actuando en unidad, podía torcer el brazo a la patronal extranjera.

En palabras del trabajador Juan Dowling, según lo contado a Leónidas Ceruti y Mariano Resels: “Por primera vez, ejercitamos una forma de democracia directa, ahora como productores, una experiencia nunca antes vivida por nosotros, que dio mayor sentido a nuestros días de trabajo, otrora interminables”.

Pensar, reflexionar y hacer señala Brizuela, y agrega: “hoy como ayer no sólo los derechos de las y los trabajadores y la legitimidad de las organizaciones gremiales y sindicales esta en juego, sino y muchos más grave, las políticas públicas del presente vuelven a poner en jaque a la democracia”.

Por su parte, Leónidas Ceruti señaló: » Se recordó una de las mayores gestas de la clase obrera del país en las décadas del 60/70.
Los asistentes desbordaron el salón, donde estuvieron ex miembros de las CD, protagonistas, miembros de la actual CD, veteranos de las luchas del cordón industrial, jóvenes obreros y estudiantes, etc».
«La apertura la realizo el Secretario del Soepu, Mauricio Brizuela, luego se explayó Ernesto Sosa, ex secretario del sindicato y ex preso gremial de la dictadura del 76, que realizó un detallado y emotivo relato de la toma; luego fue el turno de los ex petroquímicos Armando Marchiol y Tito Sagrispandi, que compartieron vivencias de esa lucha.

«Posteriomente con el historiador Mariano Resels comentamos nuestra investigación que empezó por 1988, y dio lugar al libro “Democracia Directa y Gestión Obrera. El Soepu, la Intersindical de San Lorenzo, y la Coordinadora de Gremios en Lucha. 1962/1976”. Se destacaron los aplausos para los protagonistas que no pudieron asistir, que fue una manera de que estuvieran presentes».
«Hubo emoción, lagrimas, abrazos, aplausos, vivas a los petroquímicos, a la clase obrera y sus luchas pasadas, presentes y las por venir, entregas de Plaquetas, y compartimos un brindis por la victoria de aquella Toma histórica del 74», finalizó.

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