Así lo reveló una investigación con entrevistas personales a 95 mujeres policías de diversas jerarquías y ciudades de la provincia, con el fin de planificar políticas públicas que garanticen la igualdad de derechos.
Más de un tercio de las mujeres policías de la provincia de Santa Fe sufrieron acoso sexual dentro de la institución y el 80% de ellas lo padeció de un superior, mientras que más de la mitad fue víctima de maltratos laborales, reveló un informe sobre el rol de las mujeres en la institución de seguridad pública.
Se trata de algunas de las conclusiones de un trabajo de investigación cualitativo con entrevistas personales a 95 mujeres policías de diversas jerarquías y ciudades de Santa Fe, con el fin de planificar políticas públicas que garanticen la igualdad de derechos.
El estudio también muestra “una fuerte reproducción de un patrón tradicional con una sobrerrepresentación en labores administrativas” de las mujeres dentro de la fuerza, así como las dificultades aún presentes para conciliar maternidad y tiempos laborales.
La subsecretaria de Bienestar y Género del Ministerio de Seguridad, Natacha Guala, dijo a Télam que en el estudio “se registran una serie de obstáculos sobre los cuáles hay que seguir trabajando, que desde el Ministerio estamos abordando”.
“Sin duda queda mucho por recorrer, porque (los cambios) también dependen de una transformación cultural e institucional profunda, que tienen que ver con la problemática ligadas al acoso laboral y la violencia de género en el marco del trabajo”, añadió.
De acuerdo al informe, titulado “Trayectorias y Roles Laborales de las Mujeres Policías de la Provincia de Santa Fe” realizado junto al Programa Delito y Sociedad de la Universidad Nacional del Litoral, en relación a la problemática del acoso sexual “4 de cada 10 mujeres policías sostuvieron que es un fenómeno difundido en la policía santafesina”.
“En el plano de las experiencias, más de un tercio de las mujeres policías dijeron haber sido víctimas de acoso sexual en la institución policial al menos una vez a lo largo de su carrera”, y 8 de cada 10 que padecieron esa situación “señalaron que los protagonistas eran sus superiores jerárquicos”.
Para Guala, “hay algunas características institucionales propias de la policía que podemos identificar como que favorecen la naturalización de este tipo de prácticas y a inviabilizar las acciones frente a ello”.
Entre ellas, señaló “la cultura institucional muy masculina” de una fuerza que “estuvo habitada mayoritariamente por varones y lo continúa siendo”.
También la existencia “de ciertas prácticas en el ejercicio de la autoridad, que favorecen en algunos casos este tipo de abusos de poder, cuando esa jerarquía se juega de ese modo, y la naturalización de esas situaciones”.
De hecho, de acuerdo a la encuesta, solo el 12% dijo haber denunciado formalmente el acoso, mientras que el resto buscó canales “informales” para poner fin a la situación.
“Por eso nos enfocamos en generar circuitos seguros, confiables y confidenciales para que las mujeres primero puedan decirlo y pedir ayuda frente a eso, y recibir el acompañamiento y asesoramiento que necesitan”, aseguró.
En ese sentido, explicó que “creamos protocolos que indican mecanismos de acción, la evaluación por parte de un equipo de profesionales y el seguimiento del denunciado”, lo que incluyen el retiro del arma y su evaluación por un equipo de medicina legal.
El trabajo aporta que las mujeres policías son asignadas, en su mayoría, a tareas administrativas, ya que solo un cuarto de las entrevistadas se dedican exclusivamente a tareas vinculadas a la policía de seguridad.
“Hay algunas cuestiones ligadas a los roles o las tareas que se terminan asignando a las mujeres, que perpetúan esta idea de que hay tareas que son para varones y para mujeres”, explicó Guala, para quien un cambio supone “transformaciones más profundas de las representaciones y los estereotipos de género” que circulan en la sociedad.
Otro dato que emerge del estudio es el rol de las mujeres policías como responsables del cuidado de sus hijos y el obstáculo que supone en su función profesional.
“Casi 9 de cada 10 entrevistadas sostuvo que resulta difícil articular las exigencias de la vida familiar -con su sobrecarga de tareas de cuidado en las mujeres en comparación con los varones- con las exigencias del trabajo policial”, dice el informe.
“También aparece la maternidad y la incidencia que tiene todavía” como un escollo para el desarrollo de la carrera profesional, “pese a algunas medidas que hemos tomado como la eliminación del test de embarazo para los concursos de ascenso y para el ingreso” a la fuerza, dijo Guala.
La funcionaria señaló que desde la cartera de Seguridad trabajan en medidas como “la posibilidad de que tanto durante el embarazo como en el período posparto sean asignadas a destinos laborales cercanos a su hogar, para garantizar que puedan conciliar la lactancia con el trabajo”.
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