Durante casi 40 años buscó a su nieto Martín, con quien logró reencontrarse en 2015. Hasta el último día exigió la aparición de su hijo Jorge y su nuera Stella Maris, desaparecidos en la madrugada del 16 de octubre de 1976.
Delia Giovanola, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, falleció este lunes a los 96 años. En 2015, tras casi 40 años de lucha, pudo reencontrarse con su nieto Martín, nacido en cautiverio en el Pozo de Banfield el 5 de diciembre de 1976.
“Cumplí con mi promesa de hace 39 años. Estoy feliz por poder decir ‘misión cumplida’”, dijo en el 2015 al reencontrarse con su nieto. Desde “Abuelas de Plaza de Mayo” despidieron con “enorme tristeza” el deceso de Delia Giovanola, a quien calificaron como una “militante de la memoria, la verdad, la justicia y la alegría”.
En la cuenta oficial del organismo presidido por Estela de Carlotto, expresaron: “Enorme tristeza. Aún no caemos. Falleció Delia Giovanola, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Militante de la memoria, la verdad, la justicia y la alegría. En 2015, tras casi 40 años de lucha, pudo encontrar a su nieto Martín”.
Delia nació en 1926 en la ciudad de La Plata, donde terminó el secundario y comenzó a ejercer como maestra de profesión. En 1946 se casó con Jorge Narciso Ogando, su novio de siempre, con quien al año siguiente tuvieron a Jorge Oscar Ogando. “Fue el hijo deseado, querido, compañero y amigo”, expresó públicamente en alguna oportunidad.
Quedó viuda al poco tiempo y años más tarde se volvió a casa con Pablo Califano, con quien se mudó a Villa Ballester, partido de San Martín. Su hijo Jorge se casó con Stella Maris Montesano; junto militaban en el PRT-ERP.
En la madrugada del 16 de octubre de 1976, durante la última dictadura, la pareja fue secuestrada en su casa de La Plata: Stella Maris estaba embarazada de ocho meses y ya tenían una beba llamada Virginia.
Años más tarde se supo, que esa madrugada, dijo a una vecina: “No abra, es el Ejército, queda una nena sola durmiendo en una cuna”. Avisada Delia la fue a buscar de inmediato para criarla y cuidarla hasta encontrar a su hijo y su nuera, quienes continúan desaparecidos hasta el día de hoy.
A través de testimonios de sobrevivientes, también pudo saberse que la pareja permaneció en el centro clandestino de detención “Pozo de Banfield”, donde Stella Maris dio a luz un niño el 5 de diciembre de 1976. El parto, “asistido” por médico genocida Jorge Antonio Bergés, fue en la cocina del lugar, ella esposada, los ojos vendados y arriba de una chapa. Dos días después fue despojada de su bebé, que fue vendido a un matrimonio, y llevada al “Pozo de Quilmes”.
Miembro fundador de Abuelas de Plaza de Mayo
En octubre de 1977, Delia formó parte del grupo fundador de Abuelas de Plaza de Mayo. Ese año se jubiló para dedicarse a la crianza de Virginia y a la búsqueda de “los chicos”, como les decía ella, que nunca pensó que sería de por vida.
“Cada vez que veía un chiquito lo seguía con la vista pensando ‘¿será mi nieto?’. Era muy dura la búsqueda”, recordó Delia en el testimonio que brindó hace poco más de un año en el juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de Lanús.
El encuentro con su nieto Martín
Delia buscó a su nieto junto a Virginia, la hermana de Martín. Ella decidió donar su sangre al Banco de Datos Genéticos para que pudiera sercotejada con la de su hermano en el caso de que fuera encontrado. Virginia no llegó a reencontrarse con él, ya que producto de la depresión se quitó la vida en 2011. Tenía 38 años.
Pasaron cuatro años más hasta que finalmente llegó el día en que Delia pudo reencontrarse con su nieto. Delia nunca perdió la esperanza y con el suicidio de Virgina, tomó más coraje para cumplir con su promesa.
El 5 de noviembre de 2015 fue el primer contacto con él por teléfono, ya que Martín no vive en el país. “¡Te encontré!”, le gritó ella, y del otro lado, tras un silencio, Martín comenzó a hacerle preguntas, a nombrar como su “abuela” y desde entonces tejieron una relación íntima y familiar que, si bien no logrará quitar el dolor de un pasado trágico, sirvió para reparar y, especialmente para su abuela, lograr cumplir con su máximo anhelo: encontrar a Martín.
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