Por Carlos Alfredo Rinaldi (Abogado – Especialista en Derecho de Familia)
El “adultocentrismo” implica comprender que las relaciones sociales en nuestras comunidades se estructuran alrededor de la persona adulta como única referencia legítima: su criterio es el que impera a la hora de resolver cualquier situación.[1]
Manfred Liebel, nos aporta una mirada sobre la relación adultez-niñez en términos de “colonización” de las infancias como proyecto político. La apuesta en su planteo consiste en explicar el tipo de vínculos que ha prevalecido entre las personas adultas, y las niñas, niños y adolescentes en términos de apropiación, de reducción del sujeto otro.[2]
Es muy fácil ejemplificar el adultocentrismo porque lo hemos vivido y posiblemente lo ejercemos o lo hemos ejercido en algún momento. Esos gestos de arbitrariedad y omnipotencia por parte del mundo adulto son los que construyen y reproducen una perspectiva sobre la niñez en términos de Infans[3]. Cada vez que se articula este tipo de respuestas, la voz de un niño, niña o adolescente es silenciada.
La Modernidad se caracterizó por racionalizar las relaciones familiares/sociales confiriendo a los adultos/hombres la facultad de ejercicio de la “Autoridad Paterna”, para cumplir con el mandato de socialización y dominación de los cuerpos. Pero el proceso cultural de liberación, de quiebre de prohibiciones, de superación de los autoritarismos ideológicos, de las cláusulas mentales impuestas, ha avanzado de manera inocultable.[4]
La irrupción de la voz de las Infancias, la controversia del discurso Adolescente hacia los mandatos familiares, la construcción de sociedades diversas e inclusivas, nos impone la necesidad de replantear el alcance del binomio adultez-niñez. Reconocer que el espacio público y doméstico debe brindar a los más jóvenes instancias de participación más activas y democráticas.
Los adultos debemos ocupar en estos espacios un rol de “disponibilidad”, debemos ser “adultos disponibles”[5], no tutores ni celadores ni árbitros del disciplinamiento. Más bien, generadores de acuerdos y consensos para aceitar las dinámicas familiares e institucionales. Debemos fomentar una “Autoridad adulta, que habilite”.
La Autoridad, antes omnímoda, de los adultos, entra en crisis en las sociedades del siglo XXI. La autoridad remite a un lazo social que la sostiene. Las nuevas generaciones no se muestran dispuestas a la obediencia sin más, y ello es porque hemos avanzado.
Silvia Bleichmar, sostiene que; “el problema principal de la Autoridad no está en la puesta de límites sino en la construcción de legalidades.” Es decir que, si la norma es arbitraria, está definida por la autoridad. En cambio, si la norma es necesaria, está definida por una legislación que pone el acento en el centro en el derecho o en la obligación colectiva, “te obliga a ti tanto como a mí”.[6]
Un ejercicio cotidiano que nos toca como adultos es el de tratar de superar la centralidad de nuestras preocupaciones, prioridades, necesidades y obligaciones. La construcción de una sociedad más justa, sobre todo para con aquellos a quienes asignamos la carga de “mejorar” el futuro (nuestras Infancias), nos obliga a repensar cómo construir un presente de reglas claras para ejercer en todos los ámbitos una autoridad que habilite y una “adultez disponible” para escuchar a los más pequeños. Todo, sin imposiciones ni arbitrariedades.
[1] MORALES, S. y MAGISTRIS, G. (Comps.), Niñez en Movimiento. Del adultocentrismo a la emancipación, Ed. El colectivo, Bs. As., 2018.
[2] LEIBEL, M., Colonialismo y la Colonización de las Infancias a la Luz de la Teoría poscolonial, en MORALES, S. y MAGISTRIS, G. (Comps.), Niñez en Movimiento. Del adultocentrismo a la emancipación, Ed. El colectivo, Bs. As., 2018.
[3] Por su raíz latina; “Infans” designa al que no habla o no tiene capacidad de hacerlo.
[4] CASULLO, N., Itinerarios de la Modernidad. Corrientes del pensamiento y tradiciones intelectuales desde la Ilustración hasta la Posmodernidad, Edit. Eudeba, Bs. As., 1999, pág. 75.
[5] Sobre el concepto de “Adulto disponible”, recomiendo diversos trabajos y conferencias de CARBALLEDA, A, Trabajador Social. Profesor Universitario UBA-UNLP. Doctor en Trabajo Social PUC – Pontificia Universidad Católica de São Paulo. Diplomado Superior en Ciencias Sociales (FLACSO).
[6] BLEICHMAR, S., La construcción de legalidades como principio educativo. Violencia Escolar-Violencia Social, Edit. Novoeduc, Bs. As., 2008.
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