Buyatti puso a la venta la planta de soja que tiene en Puerto General San Martín mientras los 90 trabajadores buscan la continuidad laboral.
El complejo, que en el último tiempo operó al 60% de su capacidad, paralizó la operación a mediados de noviembre, a la espera de una definición para evaluar la continuidad de su actividad. Según publicó el diario El Cronista, días atrás colgó el cartel de venta y decidió concentrar su producción en el norte del país. Todavía no recibió ofertas.
Allegados a la compañía le informaron a El Cronista que, por el por el momento, el conflicto se limita únicamente a la planta de Puerto General San Martín, operativa desde 1985, con una capacidad de molienda de 3300 toneladas diarias de semilla de soja.
Allí se procesan, principalmente, porotos para obtener, como productos finales, aceite crudo desgomado de soja y harina o granulado de soja, que se exportan y tienen como destino el consumo alimenticio y animal.
Buyatti es propietaria también, desde 1997, de una desmotadora de algodón en el Chaco, una de las más tecnificadas del país. El predio consta de 40 hectáreas y se encuentra ubicado en la localidad chaqueña de Las Breñas, a 280 kilómetros de Resistencia.
También es dueña de otra unidad productiva, dedicada a la molienda de girasol y semillas de algodón, situada en el parque industrial de Reconquista, desde 1971, en un lote de 50 hectáreas con una superficie cubierta de 50.000 metros cuadrados.
Buyatti es dueña de una desmotadora y una planta de molienda de girasol
“Se destinará la producción a estas plantas. Se trata de una decisión estratégica que la empresa tomó para salvaguardar su continuidad, antes de que la situación se torne más perjudicial”, relataron fuentes cercanas a la empresa.
En el establecimiento afectado, la firma realizó alianzas estratégicas que luego no pudo renovar. Desde 2000 hasta 2016, se asoció con Cargill. Luego, por dos años, tuvo un contrato con Molinos Cañuelas, la alimenticia que atraviesa una compleja situación financiera. Más tarde, trabajó en conjunto con Vicentin, que entró en default en diciembre de 2019. “No aparecieron nuevos fasones nuevos”, aseguraron.
“A ello, se suma que, en los últimos años, se instalaron megacomplejos a la vera del Río Paraná de grandes competidores, con una mayor capacidad de molienda y más tecnológicas. Plantas más chicas, y con costos más altos, como la de Buyatti, dejan de ser rentables”, explicaron.
Junto con Vicentin, Buyatti, de capitales provinciales y con 70 años de tirayectoria, fue una de las primeras cerealeras, desde el Puerto General San Martín, en conformar el entramado santafesino exportador de granos, aceites y derivados, uno de los más importantes del mundo.
El apellido que da nombre a la empresa está ligado, indirectamente, a Vicentin: Daniel Buyatti, quien se desempeñó hasta octubre como presidente del saliente directorio de la cerealera concursada y está casado con una de las hijas de los Vicentin, es nieto de los fundadores de la compañía. Su padre, Néstor Buyatti, que falleció de joven, fue uno de los cuatro hijos de la primera generación.
“La relación de Daniel es por herencia. Pero hoy no tiene ningún vínculo con Buyatti. Se desprendió de las pocas acciones que tenía, que no llegaban ni al 1%, nunca fue empleado ni integró el directorio de la firma”, aseguran conocedores de los movimientos de la empresa.
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