El calvario de Rosa: sexo obligado con perros, golpes y abusos sexuales aberrantes

Rosa Duarte declaró ante los jueces un relato profundamente doloroso y traumático sobre una vida marcada por la violencia doméstica, el abuso psicológico, físico y sexual, así como por la manipulación y el control ejercido por su expareja, Víctor Donadello, quien llega a la vida de la mujer, mientras ella estaba casada y tenía dos hijos con otro hombre, que no quería tener tantos hijos, y que primero rechazó al segundo hijo, y cuando la mujer quedó embarazada nuevamente, la obligó a practicarse un aborto.

Esta situación la hizo alejarse de su primer matrimonio; mientras Víctor era un hombre que se fue acercando poco a poco a Rosa. Ella tenía con su esposo un comercio donde vendía galletitas, y Donadello iba todos los días a su casa, le cortaba el pasto, le lavaba el auto y la fue conquistando. Rosa queda embarazada fruto de una relación extramatrimonial con Donadello y deja su esposo.

Fue Donadello quien la llevó a parir a su primera hija mujer, pero luego empezaron los problemas de convivencia: “Empecé a fumar a los 29 años, y si me regalaban los cigarrilos, me convertía en la puta, me decía que algo había hecho para que me regalaran los cigarrillos, era aguantarlo durante 20 minutos diciéndome cosas y machacando”, comenzó a relatar.

“Al principio pensé que era celoso, y me fui quedando sin amigas porque me celaba con todo el mundo, yo no podía hablar con nadie, terminé mirando el piso porque si llegaba a mi casa me tenía que comer mucho tiempo de machaques que él me decía permantemente”, agregó.

Rosa trabajó toda su vida: fue empleada de un supermercado, realizó cobranzas, tuvo un comercio de galletitas y cuando comenzó a convivir en el año 1993 con Donadello, era la que manejaba una Citroneta, y luego una Traffic con publicidad rodante.

“Quiero aclarar que sufrí mucho maltrato psiclogico, al quedarme sin amigas, me iba de mi mamá y él me llamaba para saber si estaba ahí, si el vecino me daba una bolsa de limones me decía que era una puta, o que no me pintara”, agregó.

En otro pasaje de su relato, Rosa contó que Donadello se había ido a cazar a Diamante y que ella se quedó en una casa con sus hijos pero que decidió volverse a su casa porque había mucha gente. En esos días, se entera que está embarazada. Su pareja la acusó de haber vuelto con su exmarido y que el hijo no era de él sino de su anterior pareja. Allí comenzaron las discusiones, ella decide irse a Córdoba con sus hijos y le dice que cuando volviera no lo quería más en la casa.

“A los diez días aparece en Córdoba diciendo que no podía encontrar un desodorante sin mí y se queda, y bueno, lo acepté y a partir de esa aceptación cambió todo, cuando volvimos a casa encontramos en una computadora pornografía”, contó.

“Todo empezó a cambiar. Durante un viaje que hicimos a Brasil con sus hermanos, y en el que estaban mis hijos, hubo un partido de Argentina contra Brasil. Después de que Argentina perdió, cuando llegamos a casa y nos acostamos a dormir, él me dijo que quería tener relaciones con una mujer para que él la mirara. No pasó, pero fue una propuesta suya”, contó.

“Luego empezó con los dedos, en mi vagina. No me pareció algo raro en ese momento. Metió cuatro dedos, una mano, y después, un día, vino de un cumpleaños con una calabaza de cotillón para introducirmela en la vagina. A partir de eso, y debido a mi negativa, ocurrieron otras cosas: palos, morteros (que había en mi casa y uno que se había comprado en Chile con ribetes en la parte donde se agarraba que era doloroso). Después, cuando terminaba de jugar con su juguete, yo tenía que fingir que ya estaba. También usó botellas, pepinos, zanahorias, y un día llegó con un desodorante Veritas grande. Aunque me dolía, a él no le importaba y buscaba su objetivo. Cuando le ponía resistencia, me decía: “Ahora le voy a decir a tus hijos y se van a enterar de lo quilombera que sos”. Los despertaba a gritos diciendo: “Tu madre es una loca, me hace quilombos”. No podía detenerlo, porque me daba miedo y vergüenza”, contó angustiada.

Más hechos aberrantes

Las cosas escalaron cuando Donadello compró una radio en Capitán Bermúdez y adquirió dos perros para custodiar el lugar y el autoparlante.

“Entre 2004 y 2005, teníamos dos perros de raza Manto Negro y él dijo que iba a llevar uno de los perros para cuidar la radio. Esos perros estaban atados para cuidar la chata. Un domingo, yo estaba cocinando fideos con salsa, él llevó a los chicos a la casa de la madre y me pidió que lo acompañara a la radio, que en realidad era una cocina con una pieza que se usaba como radio, un baño y antebaño. La cocina tenía una ventana pequeña, y la radio también. Cuando entré, él estaba desnudo, tocándole los genitales al perro y diciéndome que me pusiera que él ya sabía cómo excitar al perro. Sentí mucho miedo porque esa persona reaccionaba agresivamente, especialmente a nivel psicológico” señaló.

“Me subió el perro, me arañó, lloraba. Luego el perro me penetró, y yo vomitaba y lloraba. Él me preguntaba si el perro me había eyaculado adentro, y yo vomitaba y lloraba. El perro me penetró vaginalmente en posición de cuatro. Él me dijo: “Ponete en cuatro”, añadió Rosa.

La mujer contó que los hechos continuaron hasta el año 2015 y que ella se había ido a vivir con su mamá porque no soportaba más la presión.

“Yo estaba enferma y, a través de la psicoterapia y los tratamientos con psiquiatras, me di cuenta de muchas cosas”.

Recordó un día que Donadello le bailaba desnudo mostrándole el miembro a su hija, mientras que le decía que mirara. “Sentía que no tenía voz ni voto, y una vez se me acercó para pegarme. Mi hijo Alejandro ahora dice que no recuerda, pero al verlo, él lo empujó y le dijo: “Si te acercás, te cago a piñas porque es mi mamá y porque es mujer”. Era insostenible vivir así”, lamentó.

Desde pequeños, él le enseñó a mis hijos que si mienten, que se crean que la mentira. Les enseñaba que mentir es correcto. No podía estar en la casa porque así no podía seguir viviendo. Estaba muy medicada, el psiquiatra tuvo que darme varias medicaciones porque sentía que me ahogaba”, agregó.

“Un día sentí que abrían la puerta trasera de casa, era él y me dice traje preservativos y guantes, y le pregunté para qué eran. Me dijo para el Roquito, un perro Rottweiler con el que quería que tuviera relaciones. Le dije ni en pedo. Él tomó una cerveza Corona, le puso vaselina y quiso ponérmela por el ano. Yo le dije que no, y él me la introdujo por la vagina. Cuando terminó, me penetró y se terminó, pero después recibí un llamado. Fue el último intento y la última vez que me violó”, aseveró.

“En 2015 nos separamos pero en junio de 2016 empezamos a salir de nuevo, como si fuéramos novios. Él me llevaba a moteles. Un día me invitó a comer canelones, pero al llegar a su casa, no había olor a comida, solo papeles sobre una mesa. Vi una caja de zapatos en la cama y le pregunté si se había comprado zapatos . Al abrir la caja, vi un cinturón y le pedí que me abriera. Él me encerró con llave y volvió a abusar de mí. Encontré pepinos, y me fui a mi casa”, recordó Rosa.

“La mayoría de los abusos eran vaginales, uno solo anal, y el dolor fue terrible, me decía “aguantá”. Además, me psicopateaba por teléfono. Tuve tres intentos de suicidio, me culpaba y en muchas conversaciones me lo decía claramente, sos culpable, culpable”, añadió.

También recordó que un día le tapó la boca y la nariz, y le pone la rodillas en su espalda diciéndole: “te queres morir hija de puta, te vas a morir, y yo lloraba me esguinzó las dos piernas y no pude caminar durante mucho tiempo, él se burlaba de mi, me decía cejita, porque las perdí por los nervios y una amiga me llevó a tatuármelas”.

Cuando ella se animó a contarlo, fue porque su nieto vio las marcas en los brazos de su abuela y se lo contó a su padre, quien la llevó a un psiquiatra.

La hermana de Rosa le tomó fotografias de los hematomas en la espalda y en los brazos, quien lo denunció por violencia física, pero no se animó a contar los abusos sexuales que padecía.“Siempre pensé en mis hijos que hoy no me quieren por manipulación de él. Y no me decidía a denunciarlo. Un día me llega cuatro años después que no tenía más nada con él, una perimetral por violencia familiar cuatro años después y ahí dije que tenía que pagar todo el daño que me hizo. Y me decidí y lo denuncié en el año 2021”, expresó.

También habló de que Donadello era un padre ausente, y que la que se encargaba de los hijos era ella, y que él se burlaba del aspecto físico de los hijos, y que su juego era hacerlos llorar.
“No funcionaba mi cabeza, llegué a ser un ente mirando al piso. Sexualmente hoy no tengo sensibilidad vaginal, mi ginecólogo me dijo que era distención muscular. Sigo teniendo eso y no tengo interés en el sexo. Mi vagina quedó grande. Cuando tuve pareja fue con un hermano para mí”, contó angustiada.


“Tuve que dejar de trabajar en la escuela donde ya estaba como delegada de ATE. Me agarraban ataques de depresión. Pude trabajar muy poco; lo hablé con la directora, tuve licencia gremial y no pude más. Desde el año 2918 no pude volver a la escuela. Hice la denuncia por abuso sexual. Mi compañera de Ate se pone en contacto con gente de género de Santa Fe y me dan un botón de pánico y hace dos años me lo cambiaron por otro con una geolocalización”.

La Querella le preguntó qué esperaba de la justicia: “Justicia. Porque quiero dignidad ante mis hijos, me quitó la dignidad ante mis hijos más chicos me arruinó como mujer, como persona como ser humano. Yo no salgo de mi casa; salgo al médico y si mi hermano me necesita, pero estoy 24 horas adentro de mi casa no puedo hacer nada”, concluyó.

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