¿Cómo ayudamos a crecer a nuestros niños y nuestras niñas?

                                                 

                                             Por María Gabriela Cruz (Psicopedagoga) y Nora Porteiro (Psicóloga)

En el marco de este escrito intentaremos sostener con fundamentos teórico prácticos, que existen situaciones únicas constitutivas en los seres humanos , que van delineando el camino a recorrer en las distintas etapas del desarrollo de niños y niñas.

Desde nuestra mirada focalizaremos el análisis en tres hitos significativos: el nacimiento (primer hito) como acto fundante en la constitución subjetiva de los neonatos, su significación y por consiguiente el posterior entramado teñido por la comunicación (segundo hito), que se va estableciendo a través de la mirada, los gestos, las palabras, el abrazo que acuna, y otras tantísimas expresiones de amor.

En esta construcción , podríamos decir que dicha matriz vincular, dará origen a los primeros hábitos ( tercer hito), trazado de ese crecimiento que tiene su base en el deseo, la amorosidad, la satisfacción, pero también el límite, la frustración ya que los pequeños deberían aprender que no todo lo que anhelan es posible – parafraseando a la Licenciada en Psicopedagogía Liliana González, “Ser para aprender”. Ello nos remite a la idea de que las posibilidades de aprendizaje de un sujeto están íntimamente ligadas al deseo de sus progenitores que los habilitan a ser reconociéndolos y alojándolos, otorgándoles sentido a sus vidas.

En algunas experiencias que pudimos compartir con padres, madres, y otros referentes adultos de infantes, observamos en algunos, cierta desorientación en el ejercicio de  las funciones materna y paterna , aquellas que son en sí mismas la “piedra angular” que dan el verdadero significado a las incipientes infancias.

Lo expresado hasta aquí, nos invita a reflexionar sobre algunos puntos :

¿Cómo se van gestando y apropiando los primeros aprendizajes en niños y niñas dentro de los avatares de una historia única  e irrepetible?

¿Qué les vamos transmitiendo durante la cotidianidad?

¿Qué lugar ocupan en la dinámica familiar?

¿Qué esperamos de ellos?

¿Cómo construimos los vínculos necesarios para su desarrollo?

Nuestra tarea consistirá entonces en: construir respuestas colectivas a éstos y otros interrogantes relacionados a las necesidades de nuestras infancias,  de esta manera estaremos anticipándonos es decir, previniendo marcas, conductas negativas, dificultades que pudieren cronificarse y complejizarse a lo largo del tiempo.

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