Treinta años de prisión efectiva pidió el fiscal Juan Carlos Ledesma para Enrique Ricardo Pochón., un hombre de 45 años oriundo de Capitán Bermúdez por reiterados abusos sexuales desde que su hija tenía 8 años hasta los 21 y donde nació una nena el año pasado fruto de esas violaciones. La causa fue caratulada como abuso sexual gravemente ultrajante y con acceso carnal doblemente agravado y lesiones leves calificadas.
La vida de B., quien hoy tiene 23 años fue literalmente una pesadilla; su infancia, su adolescencia y su juventud estuvo atravesada por innumerables situaciones de abusos sexuales de todo tipo, agresiones verbales, golpes y un control obsesivo de su vida por su padre, que no le permitió tener un crecimiento normal como cualquier chica. Nunca pudo tener amigas, no pudo tener pareja, no supo lo que es tomar un mate en una plaza ni salir una noche como alguien de su edad- Su progenitor controló bajo amenazas toda actividades y la anuló de todo su entorno.
Como ocurre en la mayoría de los abusos infantiles intrafamiliares, el secreto, el miedo, la amenaza del agresor, la vergüenza, tuvo coaccionada a la joven quien no pudo poner en palabras lo que pasaba con su padre, hasta que un hecho bisagra marcó un quiebre en ella. A los 21 años supo que estaba embarazada de su padre. Fue un día que su madre observó que había aumentado de peso, y entre chiste le dijo ¿vos no estarás embarazada?, y allí ella se dio cuenta que podría ser una posibilidad.
La joven, relató hoy ante el tribunal compuesto por los jueces Eugenio Romanini, Griselda Strólogo y Jesús Rizzardi que se hizo un test de embarazo que en el mes de julio del año pasado a escondidas en el baño de la facultad y que le dio positivo: “Lo único que se me ocurría era matarme porque si decía algo, dijo que nos iba a matar a todos, estaba mal no sabia que hacer, ni sabia de cuánto estaba”, recordó la víctima. Una noche, la del 20 de julio de 2019, su padre como tantas otras quiso acostarse con ella y abusarla, y la mujer se negó y el resultado fue una brutal paliza que le dejó un hematoma en el ojo.
Convivir con el horror
Una psicóloga que se desempeña dentro del Área de Investigación de Violencia de Género, Sexual y Familiar de San Lorenzo que intervino en el caso de la víctima entrevistándola y evaluando las características del relato, informó al tribunal que su discurso era coherente; que pudo abordar el hecho investigado y que se encontraban las características propias del abuso sexual infantil: “Se observó que los abusos eran de menor a mayor grado de intrusividad, y que las conductas se iban desarrollando por etapas y que con conductas que al principio suelen confundir a los niños, justamente por el escaso desarrollo del nivel psicoevolutivo.
La noche del baño fue la primera de tantas otras donde la niña fue ultrajada por su padre en la vivienda de calle Chubut de Capitán Bermúdez. Tenían una vida con constantes crisis económicas que llevaron a que sus padres y sus hermanos vivieran primero en la casa junto sus abuelos y luego en un local contiguo separado por cortinas y muebles que hacían de divisorio de ambientes, pero que para Enrique Pochón, no eran un impedimento para violar a su hija. Su esposa y madre de la víctima, es una mujer que toda su vida se dedicó a trabajar para poder sostener económicamente a su familia. Estudió una carrera de técnica en hemoterapia y cuando comenzó las prácticas en los hospitales sin percibir un salario, tuvo que buscarse más trabajos para alimentar a sus cinco hijos. Eso le llevaba demasiado tiempo afuera de su casa, e inclusive se quedaba a dormir en el hospital porque no tenía dinero para el colectivo. Esta situación de tener tanto tiempo a solas fue aprovechado por su marido para llevarse a su hija a su cama durante casi todas las noches.
El hermano de la víctima declaró en el juicio que su padre era muy controlador con ella: “Siempre fue muy agresivo y celoso y la controlaba mucho, rompía cosas, gritaba, sabia horarios de escuela de mi hermana, de todo, y si ella se retrasaba le mandaba mensajes, la tenía controlada, no podía ni salir conmigo, porque era después era un mundo y le iba a hacer problemas”. El hermano expresó que era tanto el miedo que le tenía a la agresividad de su padre, que por eso nunca lo enfrentó.
La víctima relató que los abusos se fueron incrementando mientras ella crecía “A los 14 cuando ya entendía más la cosa no aguanté más, reventé y le dije que iba a hablar porque ya estaba cansada, y fue allí cuando fue a la cocina me puso una cuchilla en el cuello y me dijo que si yo hablaba que me iba a matar a mí a mi mamá y a mis hermanos, pero que preso no iba a ir”.
Un monstruo
“Yo iba a la Escuela Técnica y hasta 6° año me iba a buscar, como eran casi todos varones yo siempre hacía la que tenía que salir 10 minutos antes para no tener que salir con mis compañeros, porque si veía que él me decía una palabra, era todo el camino diciéndome que era una puta, me pegaba trompadas. Yo no supe lo que es salir a tomar un mate, a mis amigas las echaba porque decía que eran putas, en mi cumpleaños se quedaba ahí, estudié en una academia de folclore que tuve que dejar de ir y abrirme una yo para que él tenga mas control sobre mí, él iba a las clases, era alumno mío y me acompañaba a todos lados, a todos los viajes” contó en una crisis de llanto la víctima. ” Yo rogaba que viniera mi mamá o alguna visita para tener mas tiempo”.
La mamá de la víctima y esposa de Pochón también declaró hoy en el juicio; en otro difícil momento, al mujer relató que cuando se enteró que su hija estaba embarazada fue luego de un golpe que recibió su hija en el ojo y que le provocó un hematoma: “Ella me dijo que se había golpeado con un mosaico cuando estaba arreglando el baño, la llevamos al oftalmólogo y la vi apagada. Ella me cuenta luego por mensaje de texto que estaba embarazada de un chico de la facultad, que nos había fallado a mi y a su papá”. Mientras tanto, su marido le enviaba mensajes de texto y la intentaba contactar a su trabajo diciéndole que estaba muy preocupada por la hija, que la veía mal y que fueran los tres a un local a comprar materiales para la construcción y que aprovecharan para hablar. Tanto la mujer como su hija relataron que aquel día, el hombre no se puso agresivo como otras tantas veces con su hija y que las abrazó y les dijo que de esto iban a salir adelante.
Al día siguiente, la mamá fue con su hija a un control ginecológico y descubrieron un embarazo de 32 semanas, nunca antes se había hecho un chequeo en ese tiempo porque no sabía de su estado. Debido a que estaba a semanas de parir, los médicos le dijeron que no podían interrumpir el embarazo. “Los números no me daban porque ella me dijo que había estado con este chico en marzo, le pregunté a mi hijo, le pregunté a mi hijo si había visto algo raro, y me dijo que cuando eran chicos vio que salían del baño y le pareció que era normal. La llevé a B., al obstetra y le pregunté si había sido papá y me contestó que sí, que el había sido papá, que el bebé era de su papá y que el golpe en el ojo era papa porque no había querido tener relaciones la ultima vez”.
La bebé nació en agosto de 2019 por cesárea en el Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, la víctima tuvo que firmar los papeles y hacer su documento: “Tuve que ponerle nombre y mi apellido, cuando vi a la bebé, por única vez, fui muy duro porque me pregunté ¿ tengo una hermana o tengo una hija? La bebé fue dada en adopción con una nueva familia.
Mañana continúan los testigos ofrecidos por la fiscalía y por la defensa y el tribunal tendrá la decisión de condenar a un abusador. El interrogante es qué pena le impondrá al hombre. La fiscalía pidió una pena de 30 años, una sentencia alta comparada con otros casos de abuso sexual teniendo en cuenta la gravedad de los hechos y la magnitud de los daños psicológicos que provocó Pochón: “No entendía nada cuando pude contarlo, era una mezcla de todo, después de tantos años pude hablar y ahora soy libre como quien dice, mi psicóloga me ayudó muchísimo”, alegó la víctima quien luego de declarar se fundió en un abrazo y largó un profundo llanto con su terapeuta.
Qué opinas?