Economía 2026: crecimiento moderado y consumo débil

La economía 2026 se encamina a un escenario de crecimiento acotado, con proyecciones que oscilan entre el 2% y el 3%, pero sin señales claras de un repunte sostenido del consumo. Los últimos datos oficiales confirman que la actividad económica atraviesa una etapa de estancamiento desde el segundo trimestre de 2025, una tendencia que condiciona las expectativas para el próximo año.

Si bien no se registró una recesión técnica, los indicadores muestran una economía que avanza de manera desigual. Algunos sectores logran sostener niveles de actividad, mientras otros continúan en retroceso. En este contexto, el desafío central será consolidar un crecimiento más equilibrado y con impacto real en el empleo.

Economía 2026: inversión y exportaciones frente a un consumo estancado

Las proyecciones para la economía 2026 ubican a la inversión y al sector externo como los principales motores de la actividad. La mejora no estaría impulsada por el consumo interno, que sigue condicionado por la evolución de los ingresos reales y la incertidumbre laboral.

Durante los últimos meses, la actividad mostró leves mejoras trimestrales, impulsadas principalmente por los servicios financieros, el transporte y algunos segmentos vinculados a la energía y los recursos naturales. Sin embargo, este repunte no logró derramarse de manera homogénea sobre el resto de la economía.

En contraste, la industria manufacturera continúa entre los sectores más afectados. Rubros clave como textiles, automotriz y producción de maquinaria mantienen niveles inferiores a los registrados en 2024, en un contexto de mayor apertura comercial y presión competitiva externa.

El panorama laboral también genera cautela. El modelo de crecimiento proyectado se apoya en actividades con baja intensidad de empleo, lo que limita la recuperación del trabajo formal y, en consecuencia, del consumo masivo. Esta dinámica refuerza la idea de un crecimiento económico sin boom de demanda interna.

Desde el lado de la demanda agregada, el sector externo aparece como una pieza central. Las exportaciones crecerían de manera moderada, mientras que las importaciones seguirían en alza, favorecidas por la estabilidad cambiaria y la reactivación parcial de la actividad. En paralelo, el crédito podría mostrar cierta recuperación, aunque sin la fuerza suficiente para cambiar el escenario general.

De cara al próximo año, la evolución de la economía dependerá en gran medida de la estabilidad macroeconómica, la acumulación de reservas y el avance de reformas estructurales que brinden previsibilidad. Sin esos factores, el crecimiento proyectado podría mantenerse, pero con fuertes desequilibrios sectoriales y un consumo que seguiría rezagado.

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