Detrás de la cara tan conocida, de la foto, hay una historia de vida. Nadie se hubiera imaginado jamás que la traviesa Paula, tan familiera y divertida, podría desaparecer en democracia en el corazón del Cordón Industrial. Segunda de tres hermanas, disfrutó la mayor parte de su niñez en Carrizales. El pueblo natal de sus padres: Alberto Perassi y Alicia Ostri. El miércoles, al cumplirse ocho años y tres meses de su desaparición, la biblioteca popular Pablo Pizzurno homenajeó la resiliencia del matrimonio y los convocó para reconocerlos por su incansable lucha.

A pocas cuadras de la biblioteca la vidriera de una tienda de ropa muestra el afiche con la foto de Paula y en rojo el pedido de justicia. Es el mismo que se repartió, expuso y quedó grabado en la retina de todos en las marchas.

Paula salió el 18 de septiembre de 2011 a buscar la tarea de uno de sus hijos y jamás volvió. Desde ese día, la agobiante procesión no paró. Hubo excavaciones buscando el cuerpo de la mujer en varios sitios sin resultados positivos. Funcionarios de todos los rangos recibieron a la familia, y hasta fueron custodiados por la Policía Federal luego de amenazas y amedrentamientos. Alberto, tuvo que ponerse por años un chaleco antibalas. Recorrieron juzgados, siguieron pistas y escucharon cientos de historias: Pero Paula jamás apareció.

La última vez que se supo de ella tenía 36 años, la investigación no tardó en confirmar que estaba embarazada. Luego afirmó que estaba separada, aunque viviendo en la misma casa con el papá de sus dos hijos, y que mantenía una relación amorosa con Gabriel Strumia, un amigo de su padre. Unidos por la pasión de las carreras de autos.

El cambio en el sistema procesal fue clave para la causa Perassi, ya que con la llegada del fiscal Donato Trotta se sintieron respaldados, y mientras crecía su reconocimiento social surgieron medidas concretas. Imputaron al amante de Paula, a su mujer Roxana Michl, a un empleado Antonio Díaz, a la presunta abortera Mirta Ruñisky. Así como a cinco integrantes de la fuerza acusados de montar un aparato para limitar la investigación. Entre ellos estaban los policías Adolfo Puyol, Gabriel Godoy, Jorge Krent, María José Galtelli y Aldo Gómez.

La justicia tardó más de siete años en sentarlos en el banquillo de lo acusados. Recién en mayo de éste año, se produjo el juicio oral y público donde los jueces Griselda Strólogo, Alvaro Campos, y Mariel Minetti le dieron un gran revés a las expectativas de los Perassi y resolvieron absolver por el beneficio de la duda a los cuatro civiles acusados por aborto seguido de muerte y a los cinco policías imputados por encubrimiento. Esta decisión fue revisada en noviembre, por el tribunal compuesto por Carolina Hernández, Javier Beltramone y Gustavo Salvador. Dieron un giro a la historia y determinaron 17 años de prisión para Strumia, como responsable del delito de privación ilegal de la libertad coactiva, agravada por tratarse la víctima de una mujer embarazada, y a Michl, su mujer, por el mismo delito como partícipe secundaria.

Absolvieron a los otros siete acusados y no dieron lugar al pedido de prisión preventiva presentado por la querella y la Fiscalía, sino que les impusieron a los condenados la obligación de comparecer semanalmente en la Oficina de Gestión Judicial de San Lorenzo.

Si bien la última resolución avanzó sobre los pedidos de la familia, su lucha no concluye. Claro como siempre, con la mirada firme, y el alma desgarrada Alberto afirmó una vez más: “Lo ocurrido en el tribunal puede ser un alivio, pero queremos que abra una puerta para entender y saber qué pasó con Paula. Lo dije muchas veces. Sólo quiero el cuerpo de mi hija”.

Esta semana, los abogados querellantes presentaron dos recursos de apelación, contra las siete personas absueltas en la causa de la desaparición de Paula Perassi  y también contra los condenados, Gabriel Strumia y Roxana Mitchl, por quienes pedirán una pena aún mayor que la dictada el pasado 28 de noviembre cuando fueron condenados a 17 y 7 años de prisión respectivamente.

La Capital y Pregón