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Infancias y Adolescencias de cara a la nueva normalidad

Por Carlos A. Rinaldi (Abogado – Especialista en Derecho de Familia)

Carlos Rinaldi

Los derechos de las Infancias y de las Adolescencias, sobre todo de las más postergadas (universo que abarca casi al 60% de la población menor de 18 años en Argentina), ha sufrido uno de sus más serios embates como consecuencia de la Pandemia y el confinamiento social.

El proceso de invisibilización de estos sectores se agudizó, a la par que las diferencias en el acceso igualitario a oportunidades se hizo deliberadamente patente. Brecha de conectividad que privó de escolaridad a numerosos estudiantes, permanencia obligada en hogares sin condiciones básicas para garantizar salubridad y con hacinamiento, sostenimiento de situaciones de violencias y abusos.

Para aquellos colectivos minoritarios, que lograron sostener “conectividad”, arreciaron los episodios asociados al grooming, la falta de planificación y control en el acceso a contenidos, y la difusión indebida de información nociva.

Los niveles de conflictividad asociados a las tareas de cuidado de los hijos, la ineficacia de las regulaciones de excepción para garantizar regímenes de comunicación, y los debates en torno a la modalidad de cuotas alimentarias complementarias o extraordinarias, se entrecruzaron con disposiciones administrativas contradictorias y resoluciones judiciales variopintas en diversas jurisdicciones.

El Derecho de las Familias, sus Principios Generales y el sólido proceso de Constitucionalización del Derecho Privado, tuvieron su prueba de juego, lo que dejó entrever el necesario diálogo de fuentes y la necesidad de poseer una judicatura flexible y exigente a la hora de mostrar sus razones frente al conflicto familiar en el escenario imprevisible de la Pandemia. (cfr. arts. 1, 2 y 3 del Código Civil y Comercial de la Nación –CCyCN-)

Volviendo a los Niños, Niñas y Adolescente, la Pandemia dejó evidenciada como los bemoles del “Paternalismo” aun perviven. Un discurso de tutelaje, arraigado en intereses estrictamente “adultizados”, impusieron soluciones que le devolvieron a los “Progenitores” una preponderancia que nuestra legislación entiende lógica, no desde una mirada de “Autoridad/ Potestad”, sino desde una perspectiva de Protección Integral de Sujetos de derechos vulnerables en razón de su edad y en pleno proceso de desarrollo. (cfr. CIDN, art. 639 del CCyCN y demás)

La voz de nuestras chicas y chicos, aunque esmeriladas por las urgencias, los debates y el “disciplinamiento social”, bajo la excusa superior de “Protección de la Salud Pública”, sigue gritando por reivindicaciones.

Es ahora, en este tiempo, cuando los fundamentos de la crianza se transforman. Cuando la familia deja de ser un dispositivo normalizador, para transformarse en la promotora de una nueva subjetividad, donde la que libertad ocupa un lugar central. Donde las ideas de Emancipación de las Infancias, corren los límites, cuestionan la autoridad parental, y hasta configuran sus propias reglas.

Hoy estamos en una sociedad “hiperactiva”. Todos corremos suponiendo que podemos quedar “fuera” del mundo, que si nos detenemos vamos a perder el tren del “progreso” y ser excluidos del universo deseable. Nos enseña, Cornelius Castoriadis: “Si el hacer de los individuos está orientado esencialmente hacia la maximización del consumo, del poder, de la posición social y del prestigio (únicos objetos de investidura que hoy son socialmente pertinentes), a la expansión ilimitada del control “racional” con móviles esencialmente egoístas, donde cooperación y comunidad no existen sino bajo un punto de vista utilitario, lo que es necesario es una nueva creación cultural.”[1]

En la época actual, que no es seguramente peor que otras pero que tiene características específicas, solemos lanzar a los niños a una excitación excesiva sin sostén y sin posibilidades de metabolizar a través del juego lo que les pasa. Esto determina, cierto tipo de funcionamientos que aparecen como patológicos y que no pueden pensarse sin tener en cuenta las condiciones familiares y sociales que los producen. Lo que se espera son “rendimientos”, “producciones” que permitan incluirlos en el mercado exitosamente.

Es interesante pensar que los desafíos de los tiempos post-padémicos, imponen la necesidad de construir otras lógicas, otros razonamientos, otras legitimidades, otra ética de relación con los otros.


[1]  ORMANDO, María Laura, Postales de familia: de los Ingalls a los Increíbles, Revista Topía- Año XIX- Nº 57- marzo 2010- Buenos Aires, págs. 3-5.

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