Desde la Cámara Argentina de Papelerías, Librerías y Afines solicitan medidas para poder contener a las 3300 familias cuyos ingresos dependen de las ventas.
El sector ya había sufrido pérdidas del 40% entre el 2015 y 2019.
Las librerías atraviesan la peor crisis de su historia, con mucha dificultad sobrevivieron a la hiperinflación de 1989, al crack del 2002 y a la inflación de los últimos años, pero señalan que la pandemia del Coronavirus provocó una caída en las ventas del 70% respecto el mismo período del año pasado y el impacto económico hace insostenible su actividad comercial. Por ello, desde la Cámara Argentina de Papelerías, Librerías y Afines (CAPLA) reclaman medidas que los contemplen.
Datos de la Cámara Argentina del Libro, de la Cámara Argentina de Publicaciones, y de la Fundación El Libro, indican que entre 2015 y 2019 las librerías sufrieron pérdidas que rondan el 40% sobre su facturación, lo que también se representa el descenso en la cantidad de libros editados, lo que afecta a escritores y editoriales. Asimismo, ya han quebrado el 20% de las librerías independientes en todo el país pese al esfuerzo y creatividad de los libreros.
En Argentina existen solo 800 librerías independientes, en general son comercios de barrio, que atienden sus dueños y emplean a un total de 2500 personas. El inicio lectivo es la temporada alta de todas ellas motivo por el cual, la mayoría tomó personal temporario para afrontar la demanda pero hoy no saben cómo van a pagar sueldos, alquileres, proveedores e impuestos. En este contexto es inminente el despido de todos los trabajadores contratados para la temporada.
“No se nos escapa, que las medidas adoptadas son para proteger la salud de toda la sociedad, la cual hoy representa, junto a la mitigación del hambre, prioridades número uno de las políticas de estado. Pero la pandemia nos dio directo en el corazón, pues no solo nos encontró con mayores gastos, sino que la venta se derrumbó un 70% y no tenemos herramientas ni recursos para poder afrontarla” explica Daniel Iglesias, presidente de CAPLA.
Los libreros tienen una doble función: comercial y cultural, basados en ese concepto hace tiempo que CAPLA viene alertando sobre la crítica situación, pero más allá de la buena recepción y escucha de los problemas por parte del Estado, no se encuentran soluciones. Las librerías independientes son el eslabón más débil de la cadena, sin embargo, han quedado excluidas de políticas que se tomaron para el sector como la devolución del IVA, que se aplica a toda la cadena de producción: graficas-editoriales distribuidores, pero insólitamente no abarca a las mismas.
Garantizar la existencia de librerías independientes significa tener una sociedad más plural y diversa, si no se toman medidas urgentes, los libreros van a tener que cerrar las puertas de sus comercios y este sector cultural quedará a cargo de dos o tres cadenas cuyos dueños y sus CEO decidirán qué se edita, qué se publica y qué se lee en Argentina. Según el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLAC), los libreros son los principales promotores de la lectura y por ello cada sociedad debe reflexionar si es un sector importante; si debe subsistir o no; y qué medidas se deben adoptar para que ello ocurra. Es hora de elegir qué modelo de cultural se quiere para el país.
Los libreros proponen que se exceptúen por un año los aportes patronales; que los fondos que brinda el estado a las bibliotecas sean para comprar en las librerías del barrio y no en grandes cadenas; que los alumnos tengan algún tipo de bono (como se hace en Alemania y Francia, entre otros países) para comprar sus libros en estos comercios; que los libreros puedan participar en el proceso directo de la compra del estado, esta última propuesta ya se realizó en Córdoba donde es importante el rol de control de precios y logística para la entrega a sus destinatarios finales.
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