Ayer se vivió una verdadera locura, como una de esas peliculas taquilleras que miramos por Netflix que hablan de pandemias. Policías deteniendo gente corriendo en el Campo de la Gloria, personas que desayunaban en una Panadería. Filas de personas sin distancia mínima esperando comprar carne. Fue un día difícil para todos y para la policía, que debió detener a más de 50 personas y dejarlas un par de horas en el patio de Jefatura hasta que se les formuló causa y retornaron a sus domicilios.
Más de 50 personas fueron detenidas ayer por personal policial de la URXVII, por no cumplir con el aislamiento obligatorio preventivo. Los fiscales Aquiles Balbis y Carlos Ortigoza quienes ordenaron que se les formulara causa por violación de cuarentena y les dieron la libertad. La policía debió acompañar a cada uno de ellos hasta su domicilio para asegurar que cumplan.
Desde la Fiscalía aseguraron que ninguno de los los involucrados tenían síntomas en relación a síntomas compatibles al covid-19. Pero la infracción no deja de ser grave. De las cincuenta personas, había más de 30 en las inmediaciones del Campo de la Gloria, trotando, paseando perros, de pic nic, otros en la costa caminando, personas en moto que estaban » dando una vuelta», y hasta un muchacho que estaba tomando una cerveza solo. También hubo personas que no entendían que no podían circular como los adultos mayores de más de 60 años, que al ser grupo de riesgo, no pueden circular: » se renegó mucho para hacerles entender que no tienen que estar en la calle» confió una fuente policial.
Egoísmo total ¿Quién paga los gastos y recursos de toda esta gente que tuvo que ser detenida, trasladada y luego acompañada a su domicilio?
También hubo que cerrar comercios que no se encuentran dentro de las excepciones del decreto presidencial, como talleres de pintura que abrían sin entender que la prohibición contaba para ellos, otros rubros que no tenían que abrir, y empleados que les decían a los policías que tenían que ir igual porque si no sus empleadores los despedían. Obras en construcción funcionando, transportes de personal que no cumplían con medidas de seguridad, y hasta una panadería de Avenida San Martín al 1200 que sacó las mesas a la calle, y que después ante la orden policial, las debieron ingresar, pero el colmo fue, que había gente desayunando. Uno de sus propietarios, luego señaló que fue un error de comunicación pero que luego fue subsanado cumpliendo la orden.
Para la policía fue un dolor de cabeza y un desgaste tremendo tener que dialogar con tantas personas, que incluso, muchas de estas les contestaron que no querían cerrar y casi terminan detenidos. El segundo día de esta cuarentena, parece estar más tranquila. Esperemos que todos tomemos conciencia que es por nosotros y por los demás. Albert Camus nos enseño en la novela «La Peste» Que las peores epidemias no son biológicas, sino morales. En las situaciones de crisis, sale a luz lo peor de la sociedad: insolidaridad, egoísmo, inmadurez, irracionalidad, pero también emerge lo mejor. Siempre hay justos que sacrifican su bienestar para cuidar a los demás.
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