“A mi hijo no me lo devuelve más nadie”: el dolor y la lucha por justicia de la madre de Santiago Calzada

María Portillo, madre de la víctima de un siniestro vial, habla sobre la condena de 5 años al responsable y el vacío que dejó su hijo.

En un relato cargado de dolor y una serena resignación, María, madre de Santiago Calzada, compartió tras la sentencia el vacío que dejó la partida de su hijo, ocurrida hace dos años y medio a causa de un accidente de tránsito. En medio de un proceso judicial que culminó con una condena de cinco años para el conductor responsable, la mujer reflexiona sobre la justicia, la memoria y la vida que su hijo ya no puede vivir.

“Para mí siempre va a ser poco, porque mi hijo no me lo va a devolver nadie”, afirmó María, con la convicción de quien lleva una pérdida irreversible. El homicidio culposo agravado fue la figura legal que se aplicó, después de que se descartara la posibilidad de una condena mayor bajo la figura de “dolo eventual”, que podía alcanzar entre 8 y 15 años de prisión.

“Le dije al juez: mi hijo no va a volver ni en 3, ni en 6, ni en 15 años”, relató. “Mi hijo tenía un futuro. Tenía un hijito que lo espera, que todavía lo llama y nos pregunta”. Con la voz quebrada, María contó cómo le explicaron a su nieto, que hoy tiene casi 5 años, que su padre “está en el cielo”. “Y él me pregunta: ‘¿Por qué, abu? ¿Por qué papá está en el cielo?’”.

Aunque acepta que cinco años de prisión son “mejor que tres”, María no ocupa su indignación ante un sistema legal que, a su juicio, no devuelve la vida ni sana el daño. “No me parece justa la ley en este país”, expresó. “Pero me conformo con que sean 5 y no 3”.

El condenado, Mauro Díaz, pidió perdón durante el proceso y recibió además una inhabilitación de 10 años para conducir. “No tendría que manejar nunca más”, sentenció María, con un dejo de amargura. “Que en 5 años salga y ojalá que nunca más lo cruce. Que no se cruce a nadie en la calle”.

En medio del dolor, María rescata el acompañamiento de familiares y amigos. “Ellos son mi familia, son familia de Santi”, dijo. “Todos los días estamos destrozados por la falta de él”. Santi, describió, “siempre fue un ser especial”, y su recuerdo permanece vivo en quienes lo conocieron.

El relato de María no es solo un testimonio de duelo, sino también una llamada de atención sobre las consecuencias humanas de la imprudencia al volante. Su lucha por justicia, aunque no devuelva a su hijo, se ha convertido en un recordatorio público de que detrás de cada estadística de siniestralidad vial hay nombres, historias y familias que cargan con el vacío para siempre.

“Sentí que se hizo justicia”, concluyó, aunque su voz dejó claro que la única justicia verdadera sería tenerlo de vuelta.

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