Murió Miguel Ángel Russo, el técnico eterno: una leyenda del fútbol argentino y símbolo de Rosario Central

El histórico entrenador y exfutbolista falleció a los 69 años en Buenos Aires, rodeado de sus seres queridos. Su legado trasciende camisetas: campeón con Boca, ídolo en Central, símbolo de Estudiantes y referente de toda una generación de técnicos argentinos.

El fútbol argentino despide a una de sus figuras más queridas y respetadas. Miguel Ángel Russo murió este miércoles a los 69 años en su casa de la Capital Federal, tras una larga lucha contra el cáncer que le habían diagnosticado en 2017. Aun en medio de tratamientos y recaídas, Russo nunca se alejó del deporte que le dio todo: “El fútbol me mantiene con vida”, solía repetir.

Su muerte conmocionó al mundo del fútbol. Actual entrenador de Boca Juniors, Russo deja una huella imborrable: fue campeón de la Copa Libertadores 2007 con el Xeneize, campeón con Vélez, bicampeón con Millonarios en Colombia y, sobre todo, un mito viviente en Rosario Central, donde dirigió cinco ciclos y se consagró en 2023 con la Copa de la Liga, cerrando su historia dorada en Arroyito.

Nacido en Valentín Alsina el 9 de abril de 1956, Russo fue un volante central de jerarquía en Estudiantes de La Plata, club en el que disputó 435 partidos y ganó los títulos del Metropolitano 1982 y el Nacional 1983. Se retiró en 1988 y casi sin pausa comenzó una prolífica carrera como entrenador.

A lo largo de su trayectoria, dirigió a más de una docena de clubes —entre ellos Lanús, San Lorenzo, Racing, Vélez, Boca y Central— y también trabajó en el exterior, en países como Chile, México, España, Colombia, Perú, Paraguay y Arabia Saudita. En todos dejó su sello de trabajo, respeto y perfil bajo.

Rosario Central fue, sin embargo, su gran amor futbolístico. Llegó por primera vez en 1997 y regresó cuatro veces más. Salvó al club del descenso, lo devolvió a Primera, lo llevó a torneos internacionales y lo convirtió en campeón después de décadas. Nunca perdió un clásico ante Newell’s, y los hinchas lo despidieron en septiembre, cuando volvió por última vez al Gigante de Arroyito para recibir una ovación eterna.

En sus últimos meses, su salud se había deteriorado, pero seguía ligado al plantel de Boca, acompañando desde el banco o desde su casa, sin abandonar su vocación ni su pasión.

Miguel Ángel Russo fue mucho más que un técnico: fue un caballero del fútbol, un símbolo de la coherencia, el esfuerzo y la humildad. Su legado vivirá en cada hincha, cada jugador y cada club que lo tuvo.

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