Niños de 2 años ya “leen” pantallas: Estudio revela cómo los más pequeños dominan tablets antes que los cubiertos

Un estudio pionero en seis jardines maternales de San Lorenzo revela que niños de apenas 2 años y medio comprenden y utilizan las imágenes de tablets y celulares como herramientas para aprender y resolver problemas, sin ayuda de adultos. La investigación, enfocada en el desarrollo cognitivo infantil, contrasta esta habilidad temprana con las dificultades que enfrentan los menores al interactuar con realidad virtual (RV), incluso a los 3 años. El informe comenzó en 2022 con los bebés de 30 a 36 meses de edad que asisten a las distintas instituciones municipales infantiles.

El estudio, “Miradas desde la investigación y la práctica acerca de tecnologías en la infancia” elaborado por Paula Díaz, Lic. en Psicología, diplomada en Educación y Nuevas Tecnologías, Prof. universitaria y doctoranda en Psicología. Becaria doctoral Conicet en el Irice, Conicet-UNR dentro del equipo de Desarrollo Cognitivo Infantil; Olga Peralta, Doctora de la Universidad de Buenos Aires. Master in Sciences. Licenciada en Psicología, Investigadora Superior del Conicet en el Irice, Conicet-UNR. Investigadora responsable del equipo de Desarrollo Cognitivo Infantil con la colaboración de Paula Arena (UNR) y Carola Di Ruscio (UAI), integrantes del equipo de investigación, fue presentado el jueves en el Auditorio del Complejo Museológico de San Lorenzo.

Hallazgos clave

La investigadora líder del proyecto —realizado con niños de 2 a 3 años en jardines de San Lorenzo— explicó el experimento central: “Armamos un juego donde los niños usaban imágenes para encontrar un objeto oculto en una habitación simulada”. Los resultados fueron reveladores:

“A los 2 años y medio, los niños ya interpretan imágenes planas (180°) como representaciones de la realidad. Las usan solos para obtener información y aprender”, detalló.
Sin embargo, en entornos de realidad virtual (360°), la autonomía se desploma: “En RV necesitan sí o sí que un adulto guíe todo el tiempo. Recién a los 3 años logran comprenderla, y solo con ayuda constante”.

La brecha de los 6 meses

El estudio subraya una paradoja del desarrollo infantil: medio año marca una diferencia abismal. “Entre los 2 años y medio y los 3 no hay mucha diferencia en pantallas planas, pero esos 6 meses en RV son un montón”, precisó la experta. Mientras tablets y celulares son dominados con naturalidad, la RV exige madurez cognitiva y apoyo adulto.

Acceso temprano: ¿Riesgo o realidad inevitable?

Frente al debate sobre la exposición infantil a pantallas, la investigadora apeló a guías científicas: “La OMS y las sociedades de pediatría recomiendan cero pantallas antes de los 2 años. Después, el foco debe estar en la calidad del contenido, reducir tiempos y, sobre todo, acompañar”. Y enfatizó: “Hoy los niños ven celulares desde que nacen. La clave no es prohibir, sino seleccionar qué ven y estar presentes”.

El estudio no solo revela la sorprendente adaptación de los niños a la tecnología táctil, sino que plantea un desafío urgente: la necesidad de regulación inteligente“Las pantallas son parte de nuestra vida —concluyó la investigadora—, pero debemos decidir si las convertimos en herramientas o en juguetes solitarios”.

En ese marco, la Dra. Olga Peralta, especialista en desarrollo infantil con formación en la Universidad Nacional de Tucumán, la Universidad de Buenos Aires y una maestría en Desarrollo Humano en Estados Unidos, analizó el impacto crítico de la exposición temprana a pantallas durante una reciente entrevista. Su experiencia revela un fenómeno preocupante: “la falta de interacción social mediada por imágenes” en edades tempranas, especialmente cuando las pantallas desplazan el diálogo humano.

La experta contextualizó la omnipresencia de las imágenes en la cultura humana, desde las cavernas hasta lo digital, señalando que “desde que [los niños] abren los ojos al mundo, está un mundo plagado de imágenes” en carteles, etiquetas y dispositivos. Sin embargo, advirtió que la multiplicidad de estímulos visuales resta algo esencial: “A mí me parece que lo que resta, y hay muchos estudios al respecto, es la falta de interacción social”.

El núcleo del problema, según sus investigaciones, radica en cómo las pantallas sustituyen el intercambio humano fundamental para el desarrollo. Alertó que “el lenguaje se degrada mucho porque los chicos no hablan” en escenarios de sobrexposición digital, aunque aclaró que “en un desarrollo normal, no sé si retrasa o no retrasa [el habla]”. No obstante, fue contundente al afirmar que “empobrece la calidad del lenguaje, me parece que sí”.

Sobre el aislamiento que generan los dispositivos, la especialista fue clara: “Sí, es como que la gente se olvida de hablar”, un fenómeno con alto impacto en la primera infancia. Subrayó que el verdadero valor educativo no está en la imagen por sí sola, sino en la mediación humana: “No es lo mismo que un chico lo vea solo a que lo vea en interacción con otro, que le cuente, que le explique, que le describa, contarle un cuento a partir de esa imagen”.

Su conclusión enfatiza la irreemplazable función del vínculo: “La interacción social es muy importante”, especialmente cuando las pantallas compiten por la atención de niños cada vez más pequeños. El desafío, señala, es evitar que la tecnología degrade la comunicación cara a cara, ese juego donde un adulto “se pone casi en… pero es un juego” para transformar imágenes en experiencias compartidas.

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