Peligran más de 10 puestos de trabajo en una estación de servicio de San Lorenzo

La estación de servicio ubicada en Congreso y Ruta 11, en San Lorenzo, enfrenta una situación crítica que ha afectado gravemente a sus trabajadores. Según relataron los empleados, llevan un mes sin recibir su salario, y el lugar ha quedado sin energía eléctrica ni servicio de gas, lo que ha paralizado completamente las actividades. Además, el predio se encuentra custodiado por seguridad privada, sin que los trabajadores reciban información clara sobre su futuro laboral.

La estación, que comenzó a operar en 1996, hoy tiene bandera Oil y llegó a tener dos sedes —una en Baigorria y otra en San Lorenzo, bajo la firma Sanlocom SRL— ha ido reduciendo su operación de manera paulatina en los últimos años. Hace siete años, la sucursal de Baigorria fue vendida, y los empleados fueron trasladados a la estación de San Lorenzo, sin recibir indemnización. De los 20 trabajadores que llegaron a estar empleados, solo 10 permanecen en la actualidad, todos con una larga antigüedad, de hasta 29 años de servicio.

La crisis se profundizó recientemente. El 26 de septiembre, la empresa retiró equipos del lugar bajo el pretexto de reparaciones, lo cual los empleados aseguran fue una maniobra para desmantelar la estación. Poco después, Litoral Gas cortó el suministro argumentando problemas económicos, dejando a los trabajadores aún más desamparados. A pesar de los intentos de comunicarse con los responsables, los empleados siguen sin recibir respuestas claras ni sobre el pago de sus salarios ni sobre la continuidad de la estación.

“La estación tenía, hasta que la cortaron, muy buena presión de GNC, por eso era buscada por los remiseros y taxistas, está bien ubicada, lo que pasa es que al ir restringiendo todos los servicios, cada vez había menos que ofrecer. Sacaron las tarjetas, sacaron los servicios y la tecnología y la estación decayó”, relataron los trabajadores.

El futuro de los trabajadores es incierto, y la falta de información y respuestas por parte de los dueños agrava la situación. “Es una gota más al balde”, lamentan, mientras enfrentan una crisis que amenaza con dejarlos sin empleo después de décadas de servicio.

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