“La esperanza nos guía, el camino nos une”: San Lorenzo recibe a la Virgen del Rosario

La ciudad será el destino final de la 48ª Peregrinación Arquidiocesana a pie desde Rosario, en una jornada de profundo significado espiritual y comunitario.

Este domingo 1º de junio, San Lorenzo se convertirá en el corazón de una de las expresiones de fe más multitudinarias de la región, al recibir la imagen de la Virgen del Rosario, Madre y Fundadora de Rosario, en el marco de la 48ª Peregrinación Arquidiocesana.

Bajo el lema “La esperanza nos guía, el camino nos une”, miles de fieles –en su mayoría jóvenes y familias– caminarán más de 30 kilómetros desde la Catedral de Rosario hasta el histórico Campo de la Gloria. La jornada comenzará a las 7 h con la bendición del arzobispo Eduardo Eliseo Martín y la partida desde Buenos Aires y Santa Fe media hora más tarde.

Este año, la peregrinación adquiere un significado especial por celebrarse en el contexto del Año Jubilar de la Esperanza, convocado por el Papa Francisco, y en comunión con los jubileos de las familias, los niños, los abuelos y las personas mayores.

Una ciudad que abraza la fe
La comunidad de San Lorenzo se prepara para recibir con entusiasmo y devoción a los peregrinos. A las 14 h, frente a la Parroquia San Lorenzo Mártir, se realizará una colorida bienvenida con globos, pañuelos y cánticos, antes de unirse a la columna de fieles para acompañar el tramo final hacia el Campo de la Gloria.

Allí, la imagen de la Virgen será recibida alrededor de las 15 h y se celebrará la Santa Misa a las 15.30 h, cerrando una jornada cargada de emociones, oraciones y alegría compartida.

Un recorrido con sentido espiritual
Más que una travesía física, la peregrinación representa un camino interior. Los fieles caminan con intenciones personales, pedidos y agradecimientos, acompañados por la fe y la esperanza en el amor maternal de María.

San Lorenzo, una vez más, será tierra de encuentro y renovación espiritual, recibiendo a miles de personas que llegarán no solo con cansancio en los pies, sino con fe renovada en el corazón.

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