¿Cuánto tiempo sobreviven los huevos de aedes aegypti hasta que al fin eclosionan? ¿El mosquito se cría igual en charcos que en floreros, o en piscinas igual que en un tarro que permanece con agua durante días y semanas? ¿Por qué es necesario cambiar hábitos y tener una “mirada crítica” mientras nos quedamos en casa?
En Santa Fe, la curva de casos de dengue empieza a mostrar un leve descenso en las últimas semanas, situación favorecida por la disminución de las temperaturas máximas. ¿Significa eso que el problema ya pasó? Para nada: la prevención deberá seguir todo el año y Mariana Maglianese, directora del Programa de Vectores del Ministerio de Salud de la provincia, explica por qué (y varias cosas más).
– ¿Dónde se reproducen los mosquitos que transmiten el dengue? ¿En agua estancada, en una cuneta, en una piscina sin mantenimiento? ¿O solamente en un espacio pequeño y limpio como un florero?
– En cunetas y zanjas sin paredes donde pegar los huevos, no se pueden reproducir, ni en charcas, ni en cavas. A la intemperie, por debajo de los 8 grados, mueren las larvas, las pupas y los adultos, pero puede quedar la reserva, que son los huevos, hasta 13 meses en estado latente. Y nacen cuando llegan las buenas temperaturas y lluvias intermitentes desde noviembre. Si a una cuneta con paredes o una piscina les da el sol directo en algún momento del día, no ponen allí sus huevos, porque tienen fotofobia y las larvas no podrían sobrevivir.
Respecto del agua relativamente sucia o limpia, ocurre que ésta se pudre de abajo hacia arriba: si los primeros dos centímetros del agua de ese recipiente -los más cercanos a la superficie- están relativamente limpios, pueden llegar a criarse. Pero tienen que darse todas las condiciones: no recibir luz directa, tener una pared donde pegar los huevos, que el agua no corra (es decir, que esté estancada) y que no haya temperaturas por debajo de los 8 grados, porque a esa temperatura va a quedar la reserva que es el huevo.
– ¿Los huevos pueden permanecer durante 13 meses en estado latente?
– De 7 a 13 meses, de acuerdo a las conclusiones de distintos trabajos científicos. La hembra pone los huevos ahora, pero esas crías no van a nacer si no hay lluvias -y los inviernos vienen con pocas precipitaciones-; los huevos se van a ir disecando y podemos pensar que ya no son viables. Pero en noviembre, cuando comiencen las lluvias intermitentes, se inundan, se hidratan y en pocas horas nacen las larvas.
El otro mecanismo que es tan o más importante, pero de baja probabilidad, es la transmisión transovárica o vertical, y ocurre cuando mosquitos hembras infectadas ponen huevos de donde nacen nuevas hembras también infectadas. El porcentaje de incidencia es muy bajo, pero podría llegar a ocurrir; entonces, en noviembre nacería una hembra ya infectada que, al picar, transmite la enfermedad sin necesidad de que venga un caso importado para que haya circulación de dengue.
– ¿Se detectó esta situación o es posible que ocurra en Santa Fe?
– Son investigaciones complicadas y que requieren de una tecnología compleja. No lo hemos aplicado en Santa Fe. Son trabajos de investigación en otros países donde se verificó esta forma de transmisión. No está confirmada en el país; sí se sabe que es muy bajo el porcentaje, pero es posible.
Entonces, lo que está ocurriendo es que hay una disminución en la curva de casos porque bajó la temperatura y el frío mata a las hembras infectadas. Sí van a quedar mosquitos infectados dentro de las casas y va a haber más casos intradomicilio. Por esa razón, si hacemos de ahora en más una buena limpieza de patios, si dejamos los tarritos, baldes y todo lo que sirve dado vuelta, y tiramos todo lo que no se utiliza, estaremos apostando a que no empecemos con casos de dengue “de la nada”. Y además, si apareciera una persona ya infectada, disminuimos hasta el 80 % la densidad de mosquitos con la limpieza y descacharrado de patios.
Territorio ampliado
Maglianese insiste en “ampliar nuestra cabeza” a la hora de abordar este tema y, sobre todo, las medidas de prevención. Y apela a las palabras del Dr. Nicolás Schweigmann, especialista destacado del Ceride y Conicet, que habla del concepto de manzana limpia. “Eso quiere decir que no hay que pensar solamente en nuestro patio, sino en nuestro territorio ampliado, que incluye al vecino de enfrente, al del costado.
Porque el mosquito que transmite dengue vuela 100 metros a la redonda; entonces, nos puede picar el mosquito que se está criando en mi patio, pero también en el tacho con agua del vecino o en la obra en construcción al fondo de mi casa. Ese concepto es importantísimo a la hora de pensar en la prevención del dengue”.
– Prevención que, por todo lo que explicas, hay que hacer durante todo el año. Cuando se piensa que el huevo está latente por varios meses y puede eclosionar recién cuando empiece el calor, se comprende por qué las acciones son necesarias antes del verano.
– Exactamente, y si tomamos esas medidas nos vamos a asegurar de bajar el riesgo: nada más y nada menos. Entonces, si hay personas que vienen infectadas, pero hay pocos mosquitos, la magnitud de los brotes va a ser muy baja y los vamos a poder controlar más fácilmente. No decimos que no va a haber más dengue, no se eliminan los mosquitos; se controlan las poblaciones de insectos.
– Da la impresión de que, en general, no le dimos la misma importancia al dengue que al coronavirus.
– Tal cual, pero además creo que se solaparon las enfermedades. No es que en un momento hubo coronavirus y en otro hubo dengue; se dieron simultáneamente. El dengue empezó en distintas localidades a finales de enero y principios de febrero y en marzo tuvimos el Covid. Eso nos dificultó muchas tareas como fumigación, descacharrado y búsqueda de febriles, que son acciones necesarias en las manzanas donde aparece un caso y en las 8 perimetrales. La fumigación es necesaria para controlar la población de mosquitos que están dando vueltas en ese momento, pero cuando quisimos hacer bloqueos de dengue en el contexto de coronavirus, encontramos que mucha gente no nos abrió las puertas porque desconfiaba o temía un contagio. Había casas cerradas, otras en las que no se permitió la fumigación o nos dejaban entrar, pero solo al patio y no dentro del domicilio que es donde permanece el mosquito. En este contexto de coronavirus se dificultó muchísimo el control de dengue.
– ¿Está bajando la curva de contagios tal como preveían?
– Sí, para la semana que viene se espera una nueva disminución de la temperatura. En estos últimos días las mínimas subieron un poco y por eso insistimos en la necesidad de continuar con el uso de repelente y todos los cuidados. Pero también en que no veamos al patio como un paisaje inmutable: seamos críticos y observemos todo lo que tenemos en ese espacio. Hay un riesgo grande en algunos de los barrios donde trabajamos -Centro, Roma- que es el recipiente con la plantita acuática que, dentro de la casa, tiene todas las condiciones para facilitar la reproducción del mosquito: buena temperatura, agua limpia, nada de sol directo. Y así se siguen criando los mosquitos que, si pican a una persona infectada, propagan el contagio. Por eso insisto en que seamos críticos de nuestros patios y tratemos de aprovechar el aislamiento para limpiarlos, para dar vuelta los objetos que todavía sirven y tirar los que no necesitamos.
– ¿Es necesario cambiar el agua de los recipientes todos los días?
– Cada tres a cinco días. Con estas temperaturas, el ciclo del mosquito desde que pone el huevo hasta que sale adulto es de 8 días. Y si no, pasemos las plantas a tierra y nos olvidamos del problema.
– ¿Qué hay que hacer con las piletas de natación. ¿Hay que mantenerlas limpias todo el invierno? Si el agua se echó a perder, ¿se pueden llenar de mosquitos?
– Vamos a hacer la distinción entre piletines y piletas de material. Sobre los primeros, hay que sacar el tapón, vaciarlos cuidando que no queden esos dos centímetros por debajo del orificio (donde el mosquito se puede criar) secarlos y guardarlos. Con respecto a las piscinas, hace 11 años que trabajo en dengue y no conozco ninguna en la que se críe este mosquito, porque en algún momento del día le da el sol directo y allí no se cría el aedes aegypti. Eso si, no dejemos objetos tirados en las piscinas, como flotadores, juguetes, plásticos; ni la dejemos tapada a medias. Mejor que queden destapadas para que reciban sol.
Individual y comunitaria
– En 11 años trabajando en dengue, ¿considerás que este es uno de los momentos más complicados o no se iguala con el peor brote en el país?
– Más que del país, hablo de la provincia: entré a trabajar en 2009 con el brote de dengue de ese año y éste lo supera. En aquel momento, afectó a Hersilia y las localidades al norte, hasta Gato Colorado, con 1005 casos oficiales. Participé en 2011 cuando el brote fue más chico y tuvo epicentro en Romang, con casos en Malabrigo y Reconquista. El de 2016 afectó a Laguna Paiva, Crespo, Rosario, pero también hizo mella en muchas otras localidades. Ahora está pasando lo mismo: hay muchas localidades afectadas, con grandes brotes en Reconquista, Rosario y Rafaela (además de Villa Trinidad, Fray Luis Beltrán y Granadero Baigorria) y ciudad de Santa Fe que está teniendo un brote importante, aunque no de la magnitud de 2019. Este brote es mayor en número de casos respecto del 2009, que fue el primero en Santa Fe.
– ¿A qué se puede atribuir que sea peor este brote?
– Son multicausalidades. No puedo escapar de la realidad de Latinoamérica, porque esto se veía venir. La región tiene un brote excepcional, que afectó a Centroamérica y más de lo habitual a Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia y Venezuela. La gente viaja y vuelve con la enfermedad; estuve trabajando desde los primeros casos que se dieron en la provincia. Los casos de dengue empezaron en algunas localidades a principios de febrero, en otras a finales de febrero y en marzo empezó el coronavirus. Las dificultades para poder bloquear -por temor al contagio de Covid-, el equipo de salud diezmado porque mucho personal se tuvo que dedicar a coronavirus y una parte de ese personal que es paciente de riesgo, disminuyó la cantidad de gente disponible para seguir trabajando en dengue. Mientras tanto, hay personas con fiebre, dolor de cabeza y dolores musculares -síntomas de dengue- pero tiene miedo de denunciarlo o desconoce adónde recurrir o no puede transitar para buscar atención. Entonces, mucha gente estaba enferma pero no hizo la consulta por temor al coronavirus, pero fueron picados por mosquitos y la enfermedad se contagió a otros vecinos.
– ¿Es posible que el miedo al coronavirus haya motivado una alta adhesión a las medidas de prevención, como el uso de barbijo y distanciamiento, pero no hubo la misma adhesión a pautas simples como el descacharrado para prevenir el dengue?
– Totalmente. No hay adhesión porque no hay percepción de los riesgos de la enfermedad. Por otra parte, los medios y las instituciones quedaron absorbidos por el coronavirus. Y ahora que el tema de Covid está más “tranquilo” en Santa Fe, se volvió a poner atención en el dengue.
Yo participo de los bloqueos porque es una manera de no perder contacto con el territorio: hace 20 días la adhesión en los barrios para que nos permitan entrar a fumigar era del 30 por ciento. Al resto no se podía ingresar y si el mosquito infectado está dando vueltas dentro del domicilio, no lo podemos eliminar.
Ahora aumentó un poco y en los últimos diez días se habla más del dengue, se sabe de personas que se enferman, hay otra percepción. Lo cierto es que el dengue mata y ya hay tres muertes por esta enfermedad en la provincia, y una epidemia con más de 4000 casos.
Hay que empezar a darle la importancia que tiene y que no termine con el número de casos, sino seguir en la prevención: sacar cacharros, limpiar patios y adoptar el concepto de manzana saludable, limpia y ordenada.
– O sea que es necesario aplicar el concepto de prevención individual y comunitaria, que es el mismo que vale para Covid.
– Exactamente, nada más que los medios no estuvieron tan encima del dengue como de coronavirus. La fumigación mata a los mosquitos infectados cuando hay casos de dengue. El resto del trabajo es limpiar y ordenar patios.
El Litoral
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