Escribe Lucrecia Esteva
El aborto era la principal causa de muerte materna en la Argentina ayer, la es hoy y la seguirá siendo mañana.
¿Por qué? Porque, como anticipó el senador cordobés Ernesto Martínez Carignano, anoche la Cámara Alta confundió pecado con delito.
En una sesión histórica, los 72 representantes de las provincias argentinas tuvieron la oportunidad de sacar de la clandestinidad a miles de mujeres, pero 41 de ellos decidieron mirar para otro lado.
La religión le ganó a la razón. El sentido común, en muchos casos, brilló por su ausencia. Y la vergüenza ajena se pudo sentir en reiteradas oportunidades.
Sin embargo, la imagen que nos debe quedar del 8 de agosto de 2018 no puede ser de derrota. Yo me quedo con la de la inmensa marea verde que a pesar del viento y la lluvia llenó las plazas y calles de las principales ciudades del país. La del acompañamiento que superó fronteras y llegó desde lugares inimaginables.
Porque de abrir los ojos no se vuelve y, como la única lucha que se pierde es la que se abandona, la nuestra, más temprano que tarde, será ley.
Qué opinas?