Por otro lado la compañía enfrenta la posible suspensión para poder operar por parte de la Bolsa de Comercio de Rosario, que semanas atrás la había intimado mediante una carta a que presentar un plan de pago concreto a sus proveedores de granos. Este viernes se vence la prórroga que la entidad había conseguido con la entidad rosarina y la solución todavía parece no asomar.
Actualmente la empresa es la mayor “crusher” de Argentina en términos de capacidad instalada y es la mayor productora de biodiésel del país y está entre los diez exportadores más grandes de Argentina y entre los primeros cinco de su sector. A su vez, el grupo cuenta con dos terminales portuarias sobre el río Paraná, a través de la cual canaliza sus exportaciones.
Por otra parte Vicentin tiene bajo su órbita al frigorífico de carne vacuna FRIAR y en el segmento lácteo a ARSA, la sociedad con la que compró el negocio de postres y yogures a SanCor.
Es además socia con la multinacional Glencore en la firma Renova, una de las principales industrias de biodiesel para exportación de la Argentina. Hasta el mes pasado ambas empresas tenían una participación accionaria del 50% cada uno, pero cuando se comenzaron a acelerar los problemas financieros de Vicentín, esta decidió venderle a su socia, el 16% de su capital y de esta manera pasó a ser socio minoritario.
Todos estos activos representan actualmente el poder de fuego de la empresa pero también su mayor debilidad ante el incumplimiento de deudas y el parate de su gigante actividad. Desde la compañía habían declarado semanas atrás que su intención no era continuar desprendiéndose de sus millonarias inversiones pero lo cierto es que la agroindustrial en general y por sobre los bancos acreedores, con el Nación y Provincia a la cabeza, hacen presión para que Vicentin concrete la venta de activos para así cancelar, en el corto plazo, el tendal de deudas que hoy está desastabilizando un sector de la economía clave para las arcas públicas.
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