“Si no vendés droga para nosotros te vamos a cerrar el negocio, te vamos a matar a tu hija y a toda tu familia”. Esas amenazas que en nombre de “Guille” Cantero recibió una comerciante de San Lorenzo fueron parte de una investigación iniciada en noviembre y que, tras una serie de intervenciones telefónicas, desembocó en la caída de una banda de narcomenudeo con dos referentes presos en la cárcel de Coronda. El fiscal Aquiles Balbis imputará este martes al grupo por extorsiones, estafas y la tenencia una piedra de cocaína secuestrada en el allanamiento a una casa del barrio Mitre que acababa de ser blanco de una balacera.
En medio de un repunte de los casos de balaceras y extorsiones en el cordón industrial, la investigación arrancó en noviembre a partir de denuncias de aprietes cometidos en nombre de Los Monos. Se descubrió así que un grupo de vendedores al menudeo, con dos hermanos presos en Coronda a la cabeza, había cerrado filas con un proveedor de mayor porte que les bajaba la droga y les daba el visto bueno para facturar en la zona de San Lorenzo.
Con mano de obra aportada por familiares, allegados y contactos, la organización había afianzado una red barrial de venta que comenzó a disputar de manera violenta con otras bandas y además extorsionaba a vecinos con cualquier tipo de ingreso y cometía balaceras. “En los últimos seis meses estuvieron muy activos. Vinieron a disputar el lugar que tenían dos o tres organizaciones criminales que se dedicaban a la venta de estupefacientes”, confió un investigador.
Según la pesquisa, el epicentro de actuación del grupo era el barrio Mitre de San Lorenzo. Desde allí se expandió a la zona de Costanera sin número, donde supo ganar terreno la banda de Los Gorditos liderada por el preso Brandon Bay. Una organización violenta que también desembarcó en la zona a partir de un armado en la cárcel de Coronda y que hoy estaría inactiva en ese sector.
A partir de un cúmulo de escuchas se detectaron algunos números clave. De los diálogos se concluyó que “el grupo de Iván G.”, como se llama uno de los hermanos detenidos en Coronda, funcionaba como franquicia de una organización más grande que les proveía personal, armas y motos para enfrentar a grupos rivales. Un esquema que, según la acusación, se consolidó a partir de contactos obtenidos en prisión.
En las conversaciones que serán detalladas por el fiscal en la audiencia imputativa, prevista para este martes, los implicados hablaban de “limpiar la zona”. Surge que ambicionaban concentrar todos los puntos de venta de los barrios Norte y Las Quintas de esa cuidad. Desde prisión, llamaban a otros dealers de la zona con una exigencia: “Vos ahora vas a vender para mí”.
“Yo no jodo. O me desbloqueás de WhatsApp o van a pasar a mayores. Si no pasame el número del que te pasa la droga a vos que nos vamos a comunicar con él. Porque vamos a cerrar todos los negocios que están en Las Quintas y en todos lados”, dijo Brandon G. en una de las conversaciones intervenidas. “Yo te hablo de parte de Guille Cantero. Yo no estoy mintiendo. Yo voy a hacer bajar gente y bueno…”, siguió, en alusión a un ataque armado.
La pesquisa desembocó en allanamientos que se realizaron en la cárcel de Coronda y en dos viviendas de San Lorenzo, en Ombú al 1800 y en Rucci al 1800. En esta última vivienda se secuestraron 67 gramos de cocaína, material para cortar la droga, un arma calibre 38, un revólver calibre 22 y 788 mil pesos. Cuando los policías de la Tropa de Operaciones Especiales llegaron a esa vivienda se encontraron con dos personas detrás del tapial del frente, en un patio delantero, que intentaron arrojar por un muro las armas secuestradas. Un vecino comentó que la casa había sido tiroteada diez minutos antes con cinco o seis disparos. En la puerta se incautaron seis vainas calibre 22.
A los cuatro detenidos en esos allanamientos se les suma una persona que está prófuga y con pedido de captura y los internos Brandon G. e Iván G., ambos presos por delitos contra la propiedad. Serán acusados por cinco hechos de extorsión, algunos en grado de tentativa, una estafa y la tenencia de estupefacientes con fines de comercialización.
Fuente: La Capital
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