Por primera vez en casi 95 años, Vicentin frenará dos de sus plantas del sur de Santa Fe. Se trata del complejo de San Lorenzo, que procesa soja; y el de Ricardone, que procesa girasol, cercanos al cordón industrial del Gran Rosario.
En diálogo con El Cronista, el management de la cerealera adjudicó la situación ya que sus centros industriales se quedaron sin materia prima para procesar, algo que no había pasado nunca desde que Vicentin se fundó en 1929. Los proveedores dejaron de entregarle mercadería por la sequía y la complejidad del caso judicial que atraviesa la empresa.
Las condiciones climáticas adversas para la producción agrícola afectan también a otras compañías que reciben insumos de terceros para la molienda y analizan suspender temporalmente sus actividades. Pero en el caso de Vicentin el problema se agrava por las demoras para firmar el acuerdo de pago con los acreedores que ponga fin a su millonario concurso, con una deuda declarada en u$s 1570 millones.
La agroexportadora estima que la operación estará frenada entre dos y tres meses. “Siempre se hace una parada técnica por unos días como ocurre en otras fábricas, para su mantenimiento, pero esta vez habrá un parate por más tiempo”, explicaron desde el directorio de la organización.
Los 850 empleados de ambos establecimientos seguirán percibiendo el 100% de sus sueldos pese a no tener que ir a trabajar, le aclaró la empresa a este medio. Esta tarde, los máximos ejecutivos viajarán a la provincia para explicarles en detalle la situación.
Las plantas trabajan con contratos a fasón, modalidad que la cerealera impulsa desde hace meses para mantener la actividad mientras continúe su concurso. Es decir que la producción no es propia, sino de terceros. En este caso, pertenece mayormente a los ‘socios estratégicos’, la tríada de interesados en entrar al capital accionario de Vicentin y convertirse así en dueños: Bunge, Viterra y la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA). También hay contratos con Molinos Agro y la Unión Agrícola de Avellaneda.
A fines de julio, Vicentin logró una prórroga hasta el 27 de enero en el acuerdo con los ‘socios estratégicos’, que sostiene su interés en entrar a la compañía mediante un esquema de fideicomiso a 12 años por el que pasarían a controlar el 95% de la cerealera, en tanto la familia Vicentin se quedaría con un 5%. El compromiso también contemplaba la continuidad de la operación de las plantas.
Pero la sequía complicó la situación. A eso se sumó el retraso de la causa judicial, lo que generó más incertidumbre sobre el futuro de Vicentin. “Los proveedores decidieron priorizar su abastecimiento. Confiamos en que la situación se normalizará cuando se homologue la propuesta de pago”, se esperanzaron desde la empresa.
Los tiempos se dilataron por las idas y vueltas que hubo en la Justicia, frente a presentaciones que realizó el ala más crítica de los acreedores, motivo por el que el juez del concurso, el magistrado de primera instancia en lo Civil y Comercial de la 2° Nominación de la localidad de Reconquista, Fabián Lorenzini, debió dejar el expediente por varios meses. Ahora, luego de recibir la autorización para retomar la causa, se espera que el proceso se encamine a su término.
En tanto, el joint-venture de Renova seguirá activo. Allí, Vicentin comparte la gestión con Viterra, firma del grupo suizo Glencore y accionista mayoritario con el 66,67% de la tenencia luego de que Vicentin le cediera el 16,67% de su participación en este consorcio creado en 2007, que produce harinas y aceites de soja en Timbúes y biodiésel en San Lorenzo. Tras ese deal, Vicentin conserva un 33,3% de este negocio.
La planta de Avellaneda también continuará funcionando. En esta localidad del norte de Santa Fe, Vicentin produce bioetanol, con una elaboración de 500 toneladas diarias aproximadamente. En 2007, protagonizó la primera exportación de biodiésel argentino a Europa.
El Cronista
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