Imputan a un segundo marinero filipino por el contrabando de casi 500 kilos de cocaína en un buque cerealero en San Lorenzo

Ayer fue imputado el segundo marinero filipino detenido la semana pasada por su presunta participación en el contrabando de casi 500 kilos de cocaína, hallados en un buque amarrado en el puerto Vicentin de San Lorenzo. La decisión fue tomada por el juez federal Carlos Vera Barros, a partir de los cargos presentados por el fiscal Matías Scilabra, de la Procuraduría contra el Narcotráfico (PROCUNAR).

Durante la audiencia, se le atribuyó a Rowel Tagalera, ciudadano filipino, haber tomado parte del contrabando de estupefacientes descubierto el 30 de abril en el buque MV Ceci. Las sospechas sobre Tagalera surgieron tras la declaración del cocinero del barco, Jonathan Caputero, quien confesó cómo ingresaron los más de 469 kilos de cocaína al interior de la nave. El análisis del teléfono secuestrado a Tagalera permitió confirmar los roles: según los investigadores, Tagalera fue quien contactó a Caputero para concretar la operación.

La audiencia concluyó con la formalización de la investigación penal y el dictado de prisión preventiva para Tagalera por 60 días, considerando los riesgos procesales y la gravedad del hecho.

La captura del marinero se realizó durante un operativo de Prefectura Naval, con colaboración de la Unidad de Información Financiera (UIF), a cargo de Paul Starc. El arresto se concretó cuando el tripulante volvió a la misma terminal portuaria donde meses antes se había hallado el cargamento. Llegó a bordo de una embarcación con bandera diferente de nombre  IZABELLA M, de bandera liberiana, y fue arrestado apenas descendió a puerto y fue localizado tras una investigación de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar).

Este es el segundo detenido en el caso. El primero fue Jonathan Caputero, cocinero del MV Ceci, quien admitió ante las autoridades haber colaborado con los traficantes y entregó su celular. Pese a su confesión, aún persiste la duda sobre el lugar donde se cargó la droga.

Hasta ahora, los investigadores buscaban respuestas en los bolsos estancos que contenían la droga, ya que tenían sabor salado pese a que el agua del Paraná es dulce. Este detalle llevó a enfocarse en la rada de Montevideo, donde el buque había fondeado antes de llegar a San Lorenzo, tras venir de Emiratos Árabes e Irak. Se presume que allí los narcos contactaron al chef, en busca de “mano de obra barata”.

La hipótesis es que tras introducir la droga, el barco cerealero continuó su ruta por el Paraná para cargar 46 toneladas de girasol en San Lorenzo y seguir hacia Europa, pero el hallazgo frustró el plan.

El hallazgo de los 469 kilos de cocaína se produjo a fines de abril en un buque cerealero con bandera de las Islas Marshall, destinado a Europa y proveniente de Emiratos Árabes. A bordo viajaban 21 tripulantes filipinos; tras el operativo, 20 fueron detenidos pero liberados posteriormente, quedando sólo Caputero bajo prisión preventiva.

El caso salió a la luz cuando el capitán descubrió varios paquetes sospechosos en una cámara frigorífica y en los vestidores del barco. En una de las cámaras se encontraron los primeros 80 kilos, lo que dio inicio a la investigación. La nave cuenta con tres refrigeradores en total.

Según fuentes judiciales, tras el hallazgo, el capitán notificó al armador del buque —responsable operativo—, quien contactó un estudio jurídico en San Lorenzo. De allí la información llegó a la UIF, que denunció el hecho ante la fiscalía federal e inició los allanamientos en el buque amarrado en Vicentin para labores de carga.

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