“Estrellas Chiquitas” celebra 10 años de organización por los derechos de la niñez y adolescencias

“Estrellas Chiquitas” es un grupo de jóvenes que se formó en el año 2010 buscando un espacio de participación y construcción social. Desde entonces, realizan trabajo voluntario en  Barrio “El Ombù” de la ciudad de Fray Luis Beltrán planificando actividades para los más pequeños, buscando promover igualdad de oportunidades en el acceso a espacios de contención, recreación y libre expresión destinados a niños y niñas.

“La Vecinal del barrio fue el primer lugar donde desarrollamos nuestras actividades, rápidamente se fueron sumando compañeras y naciendo nuevas propuestas, allí llevamos adelante diversos talleres sosteniendo ininterrumpidamente un espacio comprometido con la niñez y la comunidad de Barrio Ombú”, aseguraron desde la organización y afirmaron considerar que “la transformación social es posible y que todos y todas desde nuestro lugar podemos aportar algo, pero sabemos también que los grandes cambios se hacen cuando hay organización, cuando podemos encontrarnos con otros que quieren lo mismo y logramos agruparnos, es por eso que cada uno de nuestros proyectos se vuelven sueños colectivos”.  

Hoy en día se reconocen como una organización sentida y pensada desde los derechos de la niñez y adolescencias, funcionamos en nuestro propio Espacio de Niñas, Niños y Adolescentes “Esperanza Caracol” donde llevan a cabo talleres lúdicos recreativos y diversas  propuestas educativas destinadas a la niñez y juventud del Barrio.

“Es un espacio físico pero también simbólico, es el resultado de un largo proceso donde han puestos sus manos muchas personas, murales hechos por jóvenes e infinitas intervenciones hechas por los niños y niñas, y eso es lo que lo hace tan especial para nosotras. Porque lo que a primera vista se ve es lo material pero detrás hay mucho más que eso, es un trabajo colectivo, es una forma de relacionarnos y vincularnos de forma horizontal. Allí nos encontramos todos aquellos que creemos que el juego es una herramienta de cambio social, a la vez que una actividad saludable y liberadora.  En todas las culturas los niños y niñas juegan, para ellos jugar es tan natural como lo es respirar, no necesitan que les enseñemos y mucho menos que les demos permiso. Nosotras creemos que quizás, el juego sea el único espacio de plena libertad que les quede a los niños y niñas, el único en el que pueden aprender que sus manos, por más pequeñas que sean, pueden transformar el  mundo. Por ello apostamos a la construcción colectiva de sus derechos, por una niñez y juventud protagonista de su vida y de la historia”, describieron.  

Y aseveran: “Llevamos a cabo nuestra práctica partiendo de que todos y todas somos educadores y que es en el encuentro con otros que construimos experiencias únicas basadas en vínculos fuertes situadas en un territorio determinado que se sostienen en el tiempo y abren lugar a generar nuevas oportunidades. En este sentido, a lo largo de estos años nos constituimos en referentes de aquellos niños y niñas con los que comenzamos hace 10 años y hoy son jóvenes a los que acompañamos en sus proyectos de vida. Basamos nuestra tarea educativa en la presencia y en una pedagogía de la ternura, aquel tipo de amor particular que observa, acompaña y celebra la existencia del otro, de la otra, que lo involucra, lo transforma y nos transforma”.

“En nuestro décimo aniversario queremos agradecer a toda la comunidad solidaria que nos acompaña desde nuestros inicios, a cada familia de Barrio Ombú que abrió las puertas de sus casas y corazones, y por sobre todo, a las niñas, niños y jóvenes quienes nos dan la mayor retribución que podemos recibir: la espera, el abrazo y la alegría. Cuando no sepamos que hacer entre sus juegos encontraremos el modo para resistir, encandilando las tardes con sus sonrisas, el futuro será de mucho amor”.

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