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Caso Perassi, el fallo: «La puta y el viejo loco»

Paula Perassi desapareció un 18 de septiembre de 2011 cerca de las 21.00 horas, de su casa de calle Entre Ríos al 700 de San Lorenzo y nunca más volvió, después de siete años y siete meses, mañana se va a conocer la sentencia sobre nueve personas, cinco de ellos policías, acusados de haberla secuestrado, para practicarle un aborto contra su voluntad en el que muere y deshacerse del cuerpo y de las pruebas, según la teoría del fiscal Donato Trotta y de la querella.

El juicio que duró un mes y en el que pasaron cerca de cien testigos, casi la mitad de los que estaban citados, llega a su fin y mañana el tribunal compuesto por Álvaro Campos, Mabel Minetti y Griselda Strólogo decidirán si Gabriel Strumia, Roxana Michl, Mirta Rusñisky y Darío Antonio Díaz fueron parte de este plan de hacer abortar a Paula en el que muere y descartar el cuerpo, o son inocentes como plantean sus abogados defensores. Y también si los policías Daniel Puyol, Jorge Krenz, María José Galtelli, Gabriel Godoy y Aldo Gómez fueron los encargados de encubrir y de destruir las pruebas; el primero de ellos por su amistad y negocios con Strumia, y el resto por cubrir al ex Jefe de Cuerpos, según el planteo del fiscal.

¿Se sabrá qué pasó con Paula Perassi? ¿El tribunal le dará la razón a la fiscalía y a la querella o a la defensa que sostiene que no hay pruebas que incriminen a los acusados y que todo se trató de la imaginación del fiscal y del juez Eduardo Filocco? Pase lo que pase, la sociedad ya condenó a todos los imputados, pero también a la propia víctima.

Paula fue para un sector de la sociedad sanlorencina la loca, la puta que no debía enamorarse de un hombre casado y con hijos, menos aun siendo madre de dos niños. Desde que se supo de su desaparición, se tejieron miles de historias que la vinculaban a Strumia y también con otros hombres porque siempre fue fácil juzgar y apuntar con el dedo y crear historias sin saber. Incluso el propio juez Filocco fue uno de ellos quien le dijo a la familia que «Paula era una loquita que se había calentado con un tipo y que ya iba a volver» y que  por ese prejuicio machista se perdieron meses y años de investigación, nunca jamás deberá ser un justificativo ni su desaparición ni mucho menos su muerte su vida íntima y sentimental que sólo sabía ella.

En una sociedad donde está profundamente enquistado el machismo, el “algo habrá hecho”, el dedo acusador sobre las mujeres que se enamoran y en el que nadie se quiere meter, la desaparición de la mujer de 34 años, sirvieron para que en estos siete años y medio no se sepa qué pasó con Paula. Prueba de ello. fueron las incontables marchas que su familia realizó para pedir justicia en las que la cantidad de personas que los acompañaban iban decreciendo, hasta que Alberto y Alicia aparecieron en un programa porteño de Oscar González Oro, para que los ciudadanos vuelvan a apoyar masivamente. La visibilización en un canal porteño provocó que muchos que no estaban enterados de la causa se conmovieran y le brindara el apoyo a Alberto. Pero ya habían pasado tres años de la desaparición de Paula.

Para muchos y para el juez de instrucción, Alberto era el viejo loco, el que vivía buscando a su hija y que llegó hasta destrozar un tanque lleno de cemento en el que le habían dado el dato de que su hija podrían haberla descartado ahí. Fue el viejo loco, cuando el programa de protección de testigos federal dispuso que usara un chaleco antibalas, porque habían comenzado a amenazarlos, a través de robos y daños en su taller.

Es imposible saber con antelación cuál será la decisión del tribunal. Debido a que las partes han hecho excelentes alegatos, tanto la parte acusatoria como la defensora. Mientras que para la fiscalía existe una estructura desaparecedora que logró la impunidad durante todo este tiempo, que fue por la línea de Strumia quien no quería el hijo que Paula llevaba en su vientre fruto de esa relación extramatrimonial. Que fue gestado ese plan tras una reunión en el Viejo Bar de Timbúes junto a Darío Antonio Díaz junto a Paula Perassi, quien no quería abortar y que esto se lo había contado a un amigo, de apellido Freijomil a quien le escribió vía chat que tenía miedo de interrumpir su embarazo. “no voy a poner en riesgo mi vida para hacer felices a otros”, le expresó la mujer. Un plan que terminó con Roxana Michl siendo cómplice plantando pruebas falsas y una coartada, la de la cena en el bar Guanabara en horas de la noche.

Para la defensa, Gabriel Strumia estuvo todo el día con su hijo y su mujer, Roxana Michl arreglando un cerco y tomando mates; Darío Antonio Díaz pasó el día con amigos en Totoras y Mirta Rusñisky no tiene comunicaciones telefónicas con los imputados como tampoco se encontraron rastros u olores de Paula que los perros hayan podido percibir.

En cuanto a los policías, mientras la querella y la fiscalía sostienen que todos encubrieron haciendo desaparecer cartas, casettes, no realizando determinados allanamientos y desviando la investigación, para la defensa fueron estos mismos policías los que descubrieron la trama de la desaparición de Paula, una relación extramatrimonial. un embarazo y el entorno de Strumia fue investigado hasta que el caso lo tomaron las Tropas de Operaciones Especiales.

En cuanto al ex jefe de Cuerpos Puyol. el tribunal decidirá si fue quien ayudó a Gabriel Strumia a ser parte del plan de desaparecer a Paula y no dejar rastros o si como plantea su defensa, Puyol nunca tuvo peso ni jerarquía para inmiscuirse en la investigación de la Agrupación de Unidades Especiales y que no existe ninguna prueba en contra del ex comisario que lo vincule a Paula, más que tener una relación comercial con Gabriel Strumia.

Lo que ocurra mañana será bisagra en la vida de todos los involucrados, y quizás nunca se sepa dónde están los huesos de Paula Perassi, lo que forma parte del mayor dolor de sus padres. El no saber, el no poder tener un día con la paz de saber qué pasó con su hija, adónde llevarle unas flores, tener un lugar donde recordarla.

 

Pero en San Lorenzo sobrevolará por siempre el fantasma de una mujer desaparecida. Y como expresara el abogado Adrián Ruíz, no debe ocurrir nunca más una mujer desaparecida en democracia. No debe existir un dedo acusatorio hacia una mujer, y mucho menos una justicia patriarcal que ante la desaparición lo primero que se piense es que se trata de una loca, una puta que se calentó con un tipo y que ya va a volver.

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