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Una mujer relató el infierno que vivió en la comisaría de Bermúdez al ser brutalmente golpeada

«Se cansaron de pegarme, me tiraron de los pelos, me humillaron, no querían darme la medicación», relató Natalia, quien estuvo detenida la noche de los incidentes frente a la sede policial unas ocho horas.

Natalia llora en todo su relato al recordar las horas de terror que vivió entre la noche del miércoles cerca de las 20 horas y la madrugada del jueves cuando la policía de Capitán Bermúdez y agentes de otras divisiones, la encerraron en el edificio por varias horas, luego de los hechos vandálicos que ocurrieron frente a la comisaría tras el homicidio de Isaac Muñoz. La mujer aseguró que no tocó una piedra pero la violencia que sufrió no se la olvidará nunca más.

«A Isaac lo conocíamos, la novia vive cerca de casa, eran amigos de mis hijos, y la noticia nos destrozó a todos, porque más allá de conocerlo, es además por las condiciones en las que estamos viviendo. Hace un mes atrás a mi hija que trabaja en un kiosco frente a la escuela, por una ventanita muy chiquita se acerca un chico ( al que Natalia lo conoce) de 17 años, le pide algo para comer y cuando mi hija gira para darle pan y facturas, el se mete por la ventanita, la mete en el baño y la destrozó a palos, la desfiguró», relató la mujer.

Natalia era una mujer muy activa, que trabajaba en la municipalidad en el área de tránsito en Fray Luis Beltrán y era masajista, pero ahora cuenta con un carnet de discapacidad y no puede desempeñarse con normalidad porque sufre fobia y ataques de pánico graves; pero el homicidio de Isaac, fue la gota que rebalsó el vaso y decidió salir a la calle a pedir justicia.

En la marcha, cuando se armó una fogata con gomas y quemaron cartelería de políticos, pero en especial la del intendente Daniel Cinalli, Natalia sintió que no podía respirar bien, por lo que como sufre de pánico, se alejó unos metros porque había mucha gente. A unos metros de la comisaría donde había pocas personas, la mujer se prende un cigarrillo y es ahí cuando comienza el infierno.

«Veo que llegan una cantidad de oficiales con escudos, se colocan en las escaleras, y hacen una muralla con sus escudos y empiezan a tirar a tirar y a tirar. Yo salgo corriendo con la mano en alto, y es lo único que hice, por eso quiero que busquen las cámaras del correo, del kiosco y de la comisaría para que vean que yo no hice nada. Levanto las manos y digo por favor basta, los policías eran chicos de la edad de mis hijos, yo gritaba de los nervios que pararan porque había muchos chicos en ese momento ciento un golpe en la sien y no me acuerdo nada más», cuenta Natalia.

El acta que confeccionó la policía esa noche expresa que la mujer intentó quitarle el arma a un efectivo y por eso quedó demorada, pero nada de eso ocurrió: » Cuando me despierto, estaba en el piso, me habían puesto las esposas con los brazos para atrás y me dolía mucho todo el cuerpo, la espalda. No sé que pasó, fue un minuto, no se cuanto tiempo estuve desmayada, estaba aturdida y no tenía noción de nada. En un momento siento que me agarran de los pies y me arrastran por las escaleras, mientras me dicen de todo, me dicen rebelde porque tengo tatuajes y pelo largo. Me dicen que soy una drogadicta y yo ni sé lo que es fumar un porro. Ellos se reían y me decían cosas, me zamarrearon y me hicieron sentar. Se cansaron de pegarme e insultarme y de humillarme. Eran tres mujeres y dos hombres, pero iban y venían otros. Un rato me tuvieron en los bancos de adelante y después me llevaron arrastrada a otro cuarto. Les pedí que me dejaran porque sufría de pánico y se burlaban y se me reían. Les pedí fumarme mis cigarrillos, pero cuando me toco no los tenía, tampoco la plata que tenía ni el celular hasta las pastillas que yo tomo por el pánico. ¡Por favor devuélvanme la medicación!, les rogué

En ese momento entra una de sus hijas que se había enterado por otra persona que a su mamá la habían detenido, y Natalia cuenta que vio como una policía de cabello colorado la agarra del brazo a su hija e intenta detenerla. La empujó y le pegó en el brazo. Eran las cuatro de la mañana y mi hijo de diez lloraba porque su mamá no había vuelto. Yo les rogaba por la medicación y cuando la oficial colorada me pregunta los datos «porque ya sabés lo que te va a pasar», le doy mi apellido y ahí se enteraron que mi sobrina es personal policial. Le cambió la cara porque es amiga de esa policía y ahí me dejaron de pegar. Ahí me dieron cigarrillos y la medicación que mandó mi sobrina, no me dieron ni agua para tomar la pastilla, nunca me sacaron las esposas y me las pusieron las manos adelante. Después me sacaron la foto en la escalera y me marcaron los dedos. En mi vida pisé una comisaría no pasé nunca una situación así, les grite que eran una basura, que lo que estaban haciendo no estaba bien».

Pero antes de dejarla en libertad, Natalia pasó por otra situación más humillante aún. En la madrugada llega una mujer policía a quien Natalia escucha que es Emilse Chimenti, la jefa policial de la provincia: «Escucho que dicen, ahí viene Chimenti y me agarraron de los pelos y me subieron ¡te callás la boca, te callás la boca!, me gritaban. Allí empecé a gritar como me llamo y mi documento de identidad si algo me pasa díganle a mi familia que los amo. Ellos no querían que la jefa supiera que estaba ahí y que me habían golpeado».

Natalia vuelve a romper en llanto mientras relata el calvario que pasó durante varias horas en la comisaría. En el trascurso de esas horas que estuvo, también vio que un joven a quien los vecinos acusaron en redes sociales de asesinar a Isaac se presentó en la seccional para ponerse a disposición de la justicia porque lo estaban acusando de un delito que no había cometido. La mujer recuerda que el chico le contó que fue a las 14 horas a la sede policial y que siendo la madrugada del otro día y con los responsables ya capturados, el chico seguía ahí y que se lo llevaron al calabozo: «No supe más nada de él después», contó.

La mujer fue liberada entre las cuatro y las cinco de la mañana, se tomó un taxi junto a su hija, sin dinero para pagar porque le habían robado, y llegó a su casa con sus otros hijos llorando. «Nunca le toqué la escopeta al policía, levanté mi mano para que dejaran de disparar. Necesito que encuentren las cámaras donde se ve eso, porque es mentira. Se reían de los que miraban en las noticias sobre lo que pasó, y hablaban de que iban a poner en el acta policial», finalizó.

Una de sus hijas, le contó a esta periodista: «Llamabas a la policía y decían que nadie estaba retenido, estuvimos dos horas buscando a mi mamá hasta que mi papá la fue a buscar a la comisaría, bajó mi hermana más chica, a cual golpearon y la agredieron, no la metieron presa porque no tenían más lugar. Es tristísimo vivir así, y vivirlo en carne propia. Mi hermanito tiene 10 años se durmió llorando preguntando donde estaba «mami» no le pude dar ninguna respuesta».

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