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Jueza de Cámara otorga libertad al policía Navarrete por abuso sexual y amenazas calificadas

Para la magistrada, las evidencias aportadas por la defensa indican que el hecho denunciado no existió haciendo lugar al recurso de apelación presentada. Ahora el ex jefe del comando radioeléctrico seguirá su proceso en libertad.

La jueza de Cámara Penal Gabriela Sansó dictó la libertad del policía Fernando Navarrete por los delitos de abuso sexual con acceso carnal y amenazas calificadas contra su ex pareja M. con quien tenía una relación extramatrimonial desde años atrás. La magistrada, revocó la prisión domiciliaria que pesaba sobre el ex jefe del comando radioeléctrico de Fray Luis Beltrán dictada en febrero de este año y ahora estará en libertad pero continuará imputado hasta que se lleve a cabo el juicio.

La camarista dio a lugar a la apelación presentada por la defensa de Navarrete, el Dr. Franco Fosco, y revocó la prisión preventiva que cumplía el policía desde febrero en su domicilio, dictaminada por el Juez Juan José Tutau. También la fiscal Melisa Serena había apelado la decisión de Tutau, solicitando que el policía vuelva a prisión efectiva, pero fue rechazado el recurso.

Entre los fundamentos de la decisión, la jueza expresó que de acuerdo a las evidencias aportadas el imputado, no existió el hecho denunciado por la víctima en el mes de noviembre del año pasado, cuando el policía fue acusado por la mujer con quien mantenía una relación extramatrimonial de haber ingresado al hospital Granaderos a Caballo de San Lorenzo en momentos en que ella estaba internada y haberla abusado sexualmente en el baño de la habitación.

La fundamentación de que el hecho podría no haber existido, se basa en pruebas aportadas por la defensa de Navarrete, entre las que se encuentran mensajes de textos y llamadas entre ambos, dos horas antes de que ella realizara la denuncia en la fiscalía, en los que la denunciante lo llama » amor» y lo despide con un beso, «que estaba mejor» . Además hubo otras seis llamadas desde el teléfono de la mujer, antes de que el imputado fuera detenido, lo que para la jueza no es una actitud de una mujer que haya sido abusada sexualmente si después del supuesto hecho ella quiere comunicarse con el y luego lo hace de manera normal.

«Lo mismo se evidencia con una conversación telefónica mantenida por ambos una hora después, miércoles 20/11/2019 a las 9:04 horas, también en las primeras horas de la mañana siguiente al supuesto abuso denunciado, donde ambos dialogan normalmente, tomando inverosímil el hecho denunciado«, expresa Sansó.

La fiscal Serena había acusado a Navarrete de haber abusado sexualmente de M. en varias ocasiones en un contexto de violencia de género, amenazándola con un arma, incluso en el mes de noviembre del 2019, en donde ella estaba internada en el hospital local, tras un exceso en la ingesta de medicamentos, donde la violó en el baño y que luego se limpió con una toalla, que fue analizada y que como resultado dio positivo en semen.

Sobre el hecho, no hay controversias en que hubo una situación sexual, pero mientras para Navarrete fue consentida, para la mujer no: « en tal sentido, de las comunicaciones telefónicas mantenidas entre la denunciante y el encartado, y los testimonios rendidos, puede concluirse que la versión desincriminante que intenta Navarrete encuentra respaldo -al menos en esta etapa inicial-contraponiéndose a la lectura de los acontecimientos que introduce la fiscalía». Y añadió que el policía no tomó recaudos para que el contacto íntimo pase inadvertido, sino que hubo testigos, como la madre de la denunciante que los escuchó detrás de la puerta del baño.

De acuerdo a lo expuesto por la fiscal Serena, en base a las declaraciones de la denunciante apoyadas en los relatos de la madre de ella, de su hermana y de una de sus amigas, el policía ejercía sobre ella una violencia sexual, física y psicológica, donde Navarrete no la dejaba estar en contacto con otros hombres, no la dejaba ir al gimnasio, le pedía que no se depilara cuando no estaba con el porque sino eso le daba a pensar a él que mantenía relaciones sexuales con otras personas; y donde la amenazó más de una vez e incluso la golpeó en más de una oportunidad, hasta el punto de quebrarle el tabique nasal en un boliche de San Lorenzo.

La denunciante también relató ante la fiscalía , que no lo denunciaba anteriormente por ser éste policía. La fiscal Serena que también había apelado la decisión de Tutau de otorgarle la prisión domiciliaria a Navarrete, solicitando la prisión efectiva había señalado que: «para abordar el caso es necesario tener en cuenta la perspectiva de género, desde la cuál es imposible utilizar la frase de «…lógica y el sentido común …» para juzgar a la víctima, y desconocer el contexto de vulnerabilidad en el que se encontraba» y adujo que la defensa del imputado intentó colocarlo como una víctima y a ella como una mujer despechada que pese a las incesantes demandas de de dejar a su mujer, sin lograrlo, decide denunciarlo como modo de venganza».

Para demostrar que el policía era violento con ella, la fiscal aportó además de los testimonios de familiares y amigas de la denunciante, las declaraciones del personal del hospital local tanto médico como policial que indican que Navarrete actuó de manera prepotente mientras M estaba internada y que estaba sometida a éste. Además presentó las pericias psicológicas realizadas a la víctima por la ex PDI que concluyeron en que la víctima no había fabulado el relato.

Pero la jueza Sansó le dio la razón a la defensa al manifestar que de acuerdo a las pruebas aportadas no condicen con alguien que estaría siendo coaccionado o sometido: «En tal sentido, la condición de vulnerabilidad que la fiscalía intenta introducir -aún considerando la perspectiva de género-, apelando al cargo de policía de la provincia del imputado -asimetría de poder-, que supuestamente habría servido como medio comisivo -intimidación, a modo de «vis compulsiva «-, y que le habría impedido resistir, viéndose obligada a ceder, por temor a males o amenazas, luce -al menos por ahora- contrafáctica.
Ello sin perjuicio de las reprochables actitudes prepotentes o arrogantes con las que se describe el comportamiento de Navarrete en el hospital; o la violencia psicológica y física que parece haber atravesado el vínculo amoroso, cuestión que razonablemente erosiona los recursos subjetivos, degrada y repercute desfavorablemente en
la salud mental de las personas».

Navarrete continuará su proceso en libertad, pero la jueza ordenó la prohibición de acercamiento a menos de 500 metros de la denunciante, de sus padres, o de cualquier contacto virtual o físico, como tampoco lo podrá hacer con los testigos de la causa.

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